Capítulo 4

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Sentada en la sala de recepción de la oficina de Olivia Giuliani, Marina sentía que había recuperado la confianza nuevamente. Estaba ahí, justo donde quería y había soñado.

Se detuvo por unos segundos a contemplar la magnificencia del lugar. Pensó que no era extraño que el lujo, con que estaba todo decorado, obedeciera a la misma línea que se respiraba en ese lugar. Todo era perfección y exigencia hasta en el último de los detalles y se retó a ella misma que seguiría las reglas.

La recepcionista que poseía un atractivo sin igual, que por supuesto estaba acorde al lugar, le sonreía de vez en cuando pidiendo disculpas por la espera, hasta que un teléfono interno sonó y después de escuchar unas palabras, dejó el auricular sobre la mesa y se dirigió a Marina con otra sonrisa.

–Si sos tan amable en acompañarme por favor–Dijo la recepcionista, que más que recepcionista parecía una modelo.

Ataviada con un vestido color crema y unos zapatos de taco alto del mismo tono, parecía que ella iba a la entrevista de trabajo. Su cabello cobrizo mostraba movimientos ondulantes sobre la mitad de su espalda y su caminar lento, pero seguro, hacia bambolear la cadera como si estuviera modelando por una pasarela.

Caminaron por un corredor en donde habías varias puertas y se dirigieron al extremo del mismo, en donde se podía ver una puerta delicadamente ornamentada con herrajes de bronce, o por lo menos más ornamentada que las demás.

La recepcionista golpeó levemente con las yemas de sus dedos y del otro lado se escuchó la profunda voz de Olivia permitiéndoles ingresar.

–Olivia, la señorita Sallinger–Anunció haciéndose a un lado para permitirle entrar a Marina.

–Gracias Laura–Respondió mientras se levantaba de su sillón para rodear el escritorio y dirigirse hacia ellas–No me pases llamadas por favor.

Laura solo asintió levemente y con una sonrisa se despidió cerrando la puerta.

"Dios mío" Pensó Marina mientras veía como Olivia se acercaba a ella. La palabra "Hermosa" no alcanzaría para describir a esta mujer.

Su perfume dulce, envolvente y seductor estaba en el aire hechizándola. Su aroma era el primer impacto a uno de los sentidos, luego en forma certera su imagen terminaba por quitarle el aliento.

Estaba vestida con simpleza, pero podría llevar el peor atuendo que sabría cómo lucirlo.

Olivia había elegido para la ocasión un ajustadísimo pantalón de lana negro de Michael Kors, que le ajustaba las caderas y le marcaba su cintura dejando ver su esbelta y perfecta figura. Llevaba en esta oportunidad una ligera remera mangas al codo color dorado, de una tela que se adhería a su cuerpo como una segunda piel, y rodeando su cuello, un fino pañuelo de seda Hermes con su inconfundible diseño, en tonos dorados ocres y negros. La elegancia con que se deslizaba sobre esos tacones tan altos, desplegando toda su belleza, le hizo preguntarse porque Olivia no se habría dedicado al modelaje. No cabían dudas de que tenía todo para hacerlo, presencia, actitud y atributos que saltaban a la vista y que eran fundamentales para que el mercado hubiese estallado con su presencia.

Pero la modelo pensó en la libertad de hacer lo que uno siente, Olivia había elegido, lo había conseguido, era la mejor en lo que hacía, y la tomaría como ejemplo.

–Hola querida ¿Cómo estás? Un gusto volverte a ver–Saludo Olivia con serenidad, a pesar de querer ocultar el impacto que le causaba estar frente a Marina.

–El gusto es todo mío–Respondió Marina sorprendida por la familiaridad y cariño que la trataba mientras le daba un suave beso en la mejilla.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora