Mauricio se encontraba sentado en el sillón de su suite del Hilton saboreando una taza de café. Todavía tenía sus cabellos húmedos por la ducha que se acababa de dar y vestido con un equipo formal de pantalón y camisa Armani, esperaba el anuncio de la conserjería, anunciándole que su cliente había llegado. Consultando su reloj Breitling por décima vez, comprobó que todavía faltaban diez minutos para su cita. El tiempo suficiente para dejar que su mente comenzara a mover los engranajes de su aturdido cerebro.
Cuando la noche anterior había llegado al salón de recepciones del hotel, solo un pensamiento y un solo propósito lo habían impulsado llegar hasta el Hilton. Quería ver destruida a Olivia, quería revelar ante todos y mostrar su verdadera personalidad. Estaba cansado de ver como Olivia engañaba con su disfraz de autosuficiencia a todos los que la rodeaban. Pero él sabía la verdad. Su misión sería desenmascararla, y esa noche había planeado comenzar a hacerlo. Había trazado cada uno de sus pasos, se había sometido a días y días de búsqueda incansable hasta que encontró lo que buscaba. Olivia tenía a alguien a quien presentar en sociedad, confiaba en su fuente y supo que ese sería el primer hilo conductor para llegar a ella.
Todo había salido como él esperaba, su encuentro con Olivia había sido de lo más relajado, nada había quedado de esas eternas discusiones, donde jamás lo conducían a nada, solo a una constante frustración. Peleas y enfrentamientos que no lo conducían a nada.
Pero lo que definitivamente no esperaba que sucediera, ni en un millón de años, era conocer a Marina.
Dejó la taza en la mesita de apoyo, afirmó sus codos en sus rodillas y cubrió su rostro con sus manos ocultando su desaliento.
Había luchado durante mucho tiempo con el impulso de encargarse él mismo de Olivia para aliviar su resentimiento, un resentimiento que había dejado crecer sin poder evitarlo. Jamás había guardado en su corazón sentimientos tan nefastos como cuando de Olivia se trataba, la odiaba en todos sus sentidos y después de esa noche, la aborrecía aún más. Y él bien sabía por qué.
Utilizar a la nueva adquisición de Olivia iba a ser el primero de los muchos pasos que intentaba dar en su contra, porque sabía que para Olivia, Marina iba a pasar a ser más que una modelo exclusiva de su estudio fotográfico.
Pero ahora, todo eso había cambiado.
Nunca podría hacerle daño a Marina, jamás utilizaría a Marina para llegar a Olivia. No podría. Todavía no sabía que había sucedido toda la noche, pero de lo que sí estaba seguro, era que quería averiguarlo. Jamás una mujer le había dejado esta sensación de soledad, porque ni siquiera había pasado una hora desde que se había ido y ya sabía que necesitaba volver a verla.
¿Quién sos Marina? ¿Cómo pudiste alterar mi vida en una sola noche?
Esas preguntas por ahora no tenían respuesta. Debería esperar hasta volverla a ver, y maldiciendo una y otra vez, se dio cuenta que lo único que deseaba era que las horas pasaran sin que él tuviera que vivir en este desesperado desconcierto.
Se olvidaría de su venganza y se concentraría en Marina y en cómo alejarla de Olivia. Se sorprendió al comprender en cómo habían cambiado sus prioridades, Marina había entrado a su vida para hacerlo renunciar a convertirse en un ser nefasto, tan nefasto como Olivia, porque en eso se convertiría al hacer efectiva su venganza.
¿Y si la vida le había puesto a Marina en su camino para que se olvidara de todo lo relacionado a Olivia?
Levantó su rostro y por primera vez miró hacia el extremo del sillón en donde Marina había tenido su orgasmo. Una oleada de calor lo inundó ahogándose, añorandola, rememorando cada minuto que había pasado con ella.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...