Muchas veces Marina había escuchado la expresión "Estar entre las nubes o flotando entre pompas de algodón" y lo que sea que esas frases significaban, a ella le pareció que tal vez era así cómo se sentía en este momento.
Liviana, frágil y fuerte al mismo tiempo, plena, desenfrenadamente lujuriosa y sobre todas las cosas completamente satisfecha.
A pesar de que se encontraba totalmente desnuda, la cálida manta que la cubría le proporcionaba el calor suficiente para retenerla en la cama protegida del frío que podía adivinar hacía esa mañana. Pero también era consciente de que nada podía compararse con su calor, porque antes de abrir sus ojos ya sabía que estaba sola en la cama.
Trataba de mover los músculos de su cuerpo, pero era en vano. Le dolía hasta el aire que respiraba y aun así, eso la hizo sonreír porque recordaba con lujo de detalles cada una de las palabras, cada una de las caricias provocadas por la pasión.
Se sentó en la cama tratando de escuchar algún sonido que le indicara en donde podía estar Mauricio, pero solo escuchó el ladrido de Athos que venía del exterior. Se levantó y se dirigió hacia la ventana. Allí lo vio.
Bajo una tenue llovizna caminaba despreocupadamente y sin prisa diciéndole algo a su perro que ella desde allí no pudo escuchar.
Vestido con un pantalón deportivo y una campera impermeable Mauricio se dirigía hacia el muelle con Athos corriendo y saltando a su alrededor.
Agradeció tener ese momento para sí misma, lo necesitaba, sobre todo para recuperar su cuerpo en todo sentido, porque percibía que no le pertenecía. Solo verlo a distancia hacía que el corazón se le disparara y quería volver a tener el control de sus emociones cuanto lo volviera a ver.
Aunque muy en el fondo de su cabeza una vocecita parecía reírse con ganas de ella, diciéndole entre carcajadas que no lo iba a lograr.
¿Entonces qué?
No tuvo respuesta, solo la rotunda certeza de que su voz interior tenía razón.
Solo después de haber dejado el cuarto de baño ya vestida y un poco más preparada para volverlo a ver, solo ahí comenzó a pensar en lo ridículo de su comportamiento.
Ya tendría que estar acostumbrada al impacto de su mirada, a la conmoción que significa para su corazón cada vez que él la miraba, a los estremecimientos de su piel cada vez que la tocaba. Sin embargo esa sensación que quería seguir sintiendo la dejó sin aliento.
No iba a llegar el día en que sus emociones no se vieran alteradas ante su presencia. Y eso sin lugar a dudas era una innegable señal en lo especial que se había convertido Mauricio para ella.
Sin querer pensar mucho más en todo eso, trató de distraerse ordenando el dormitorio. Solo cuando quedó satisfecha de su labor decidió bajar. Pero cuando lo estaba por hacer, una luz, que provenía del único cuarto al que no había visitado, picó su curiosidad. La puerta estaba entreabierta y poniendo su mano en ella ejerció la suficiente fuerza para abrirla del todo.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...