Capítulo 34

58 8 15
                                    

La furia y la rabia iban extendiéndose a pasos agigantados por el cuerpo de Mauricio,  debilitándolo, anunciándole que posteriormente solo iba a sentir dolor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La furia y la rabia iban extendiéndose a pasos agigantados por el cuerpo de Mauricio, debilitándolo, anunciándole que posteriormente solo iba a sentir dolor. Tenía la horrible impresión de que en cualquier momento iba a explotar.

Se consideraba una persona calmada y serena, alentada a obtener la armonía en cualquiera que sea el orden de su vida... pero esto había superado cualquier sentimiento que haya podido sentir jamás. Una corriente de odio estaba corriendo y dominando sus venas y no creyó ser esa persona racional y pensante, que conduciendo hacia el centro de la ciudad con las manos tan apretadas al volante hasta sentir casi dolor, lo único que tenía en mente eran la repugnancia y la aversión que sentía por Olivia.

Pero no solo odiaba a Olivia, también se odiaba a sí mismo, porque todavía no podía creer cómo y de qué manera tan inocente, se había dejado engañar por esa mujer... otra vez.

¿Cómo podía haber sido tan estúpido? ¿Cómo pudo bajar la guardia cuando de Olivia Giuliani se trataba?

No tuvo que pensar mucho el porqué. Amaba tanto a Marina como odiaba a Olivia. Se había enamorado de la forma más rotunda que pudiera existir. Se había enamorado comprometiendo su alma, su cuerpo y su corazón y porque negarlo también con su razón. Y fue tal su obnubilación, que Olivia se había aprovechado hasta de sus sentimientos.

Olivia lo supo esa misma noche en que los había presentado. Tal vez fue el impacto al ver Marina por primera vez. Tal vez fue la forma de mirarla, quizás la misma Olivia pudo ver en él, y mucho antes que él mismo, que esa noche se había enamorado de Marina como nunca lo había estado de nadie.

Y eso lo enfureció aún más.

Soltando un grito desesperado trató de liberar todo ese odio que lo estaba desgarrando por dentro. Olivia ya se había burlado de él una vez, con esta era la segunda, y se juró a sí mismo y juró por el amor que sentía por Marina, que no iba a ver una tercera vez.


Había conducido bajo el sopor de la inconsciencia, haciendo movimientos automáticos, sorteando los vehículos que se presentaban delante de él, con el único objetivo de llegar a su destino. A pesar de estar al volante de unas de las piezas de la industria automotriz más impresionantes, nunca había hecho alarde de la potencia del motor de su Coupé Mercedez Benz CLS. Pero esta noche nada parecía importarle.

Cuando llegó a la exclusiva zona de Puerto Madero, en donde la prestigiosa fotógrafa tenía su estudio, buscó un lugar en donde estacionar su auto y una vez que lo hubo conseguido, se dirigió al edificio de Olivia más decidido que nunca.

Sabía que se encontraba allí, vio su auto estacionado a pocos metros de la entrada del edificio, hecho que le hizo decidir esperarla hasta que saliera, porque no pensaba darle una ventaja más. Si se anunciaba, si le informaba que la estaba esperando, le estaba dando también la chance de prevenirse y no pensaba darle esa oportunidad.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora