Lucía no podía sacar los ojos de su hermano sin evitar tener que mirarlo con absoluta consternación. Había estado en silencio todo el tiempo que duró el relato de Mauricio contándole aquello, que ella, con absoluta seguridad, había sospechado desde un primer momento. No se había equivocado cuando pensó que había alguien especial en su vida. Claro, que lo que nunca hubiera imaginado es que todo terminara de esta manera. Aunque muy en el fondo de su corazón de bruja, algo le decía que nada había terminado.
– ¡Oh Mauricio!–Expresó Lucía en un doloroso susurro–Si tan solo me hubieras contado lo que estaba sucediendo, tal vez te hubiera advertido de Olivia, porque viniendo de ella no me parece nada extraño– terminó sus palabras cargadas de repulsión al nombrarla.
Mauricio bajó su mirada apenado y no solo arrepentido por no haber confiado en su hermana, que no por nada la llamaba "maldita bruja", sino porque estaba seguro de que ella hubiera visto lo que él no pudo por estar enamorándose perdidamente de Marina.
– No fue por no confiar en vos... –Repuso en un suspiro–Pero en lo que no confiaba era en lo que son capaces vos y mamá cuando de mí se trata. ¿Cuánto hubieran tardado en ir a pedir fecha al registro civil?
Lucía le arrojó a su hermano una mirada de fastidio e impaciencia, pero luego la contuvo.
– ¿Es difícil entender que lo único que nos interesa es que seas feliz?– Preguntó con cierta emoción en la voz.
– No, no lo es– Respondió Mauricio sin dudar, porque sabía del amor que su hermana y su madre sentían por él.
– Desde que papa murió te hiciste cargo de nosotras y eso no es justo. Tenes que pensar en hacer tu vida, sin tener que preocuparte demasiado por los demás– Respondió mirándolo emocionada–Y realmente creí que lo habías conseguido, te vi... no lo sé, tu mirada había cambiado, te veía feliz. Y solo podría haber un solo motivo para ese cambio. Una mujer, no me cabía duda.
– No es solo una mujer... es "la" mujer– Respondió haciendo hincapié en el artículo definido–Marina es... Dios mío Lucía, sin tan solo la conocieras te darías cuenta...
Mauricio apoyó su espalda en el sillón ubicado detrás de su escritorio y suspiró. Apartó su mirada de la interrogante de su hermana y tan solo se miró las manos en posición de súplica.
– ¡Santo Dios Mauricio! Sí que estás realmente enamorado.
– Sí, lo estoy – Respondió sin dudar.
– Entonces explicame porque te vas.
– No hay mucho que explicar– Expresó en tono derrotado.
– Yo creo que sí, no sos de los que huyen sin pelear.
– Esta vez es distinto, no hay nada que yo pueda hacer. Por más que me cueste la vida, debo dejar Buenos Aires. Mi presencia solo empeoraría las cosas.
– No lo creo– Aseguró sin poder creer que estuviera hablando con su hermano.
– No se trata solo de mí Lucía. Se trata de Marina, de lo más importante en mi vida –Mauricio resopló exasperado – Marina va a odiarme, pero tengo que arriesgarme – Afirmó tomando su rostro entre sus manos.
– No imagino como eso pudiera llegar suceder– Lucía se acercó a su hermano para posarle una mano en su cabeza.
– Eso es porque nunca tuviste demasiada imaginación. Marina no solo se enamoró de mí, sino que también confió. ¿Cómo voy a conseguir que no me odie después de haberle mentido y engañado como lo hice?
– Justamente por eso, porque te ama– Respondió con tal convicción, que dejó que en Mauricio creciera esa llamita de esperanza en su corazón–Va a comprender que nunca quisiste jugar con ella y que es por eso que no tuviste más alternativa que ocultarle la verdad sobre los verdaderos intereses de Olivia.
– Me gustaría creerte, no sabes como me gustaría–dijo desesperado.
– No es en mí en quien tenes que creer, si no en vos mismo.
– Hubo una época en que lo hacía, estaba tan seguro de mí que no tenía en cuenta ir de frente y decir la verdad. Pero esta vez fue distinto. Decidí que ocultarle la verdad a Marina de alguna manera la protegería... y ya ves como acabó todo.
– Entonces ¿Eso es todo? ¿Vas a tomar un vuelo a África para escaparte de todo?
Mauricio sabía que viéndolo como lo veía su hermana quedaba como el peor de los cobardes. Pero él sabía que no lo era. No quería correr más riesgos. Ya había perdido demasiado y no estaba dispuesto a seguir perdiendo más.
– África es mi única salida. Lo único que necesito es un poco de tiempo. A Olivia le tomó dos semanas para separarme de Marina, no lo sé, tal vez a mí me tome más tiempo para que Marina descubra la verdad.
– No lo sé. ¿Te das cuenta de todo lo que estas arriesgando con alejarte y de todo lo que podes llegar a perder?
La mirada de Lucía que era igual a la suya sondeo su expresión con la única intención de hacerlo entrar en razón. Pero Lucía se dio cuenta de que era un caso perdido porque su hermano tenía todo decidido.
– Como yo lo veo ya lo perdí todo. Tengo que arriesgarme, es lo único que me queda– Hizo un gesto triste con su rostro que a su hermana le hizo contraer el corazón.
– No te entiendo, casi no te reconozco – Exclamó en un susurro.
– Eso es porque nunca me viste enamorado.
– Pensé que el amor no te iba a convertir en un cobarde– Replicó con la sinceridad que siempre había entre los dos y que a Mauricio no le molestó. Viniendo de su hermana casi lo agradecía.
– Pasaron muchas cosas en estos últimos días, y una de ellas es que estoy a punto de perder a la mujer que amo y a la que sé que voy a amar siempre.
– Sí, pero ¿Por qué África, cuando hasta hace un tiempo era una decisión que ni siquiera estaba pensada y mucho menos tomada?
– Porque no creo ser capaz de poder vivir sin ella estando tan cerca– Y lo dijo con tanto dolor en su voz que Lucía pudo sentir la pena en su propia piel– Estando en África y tomando la distancia necesaria, sé que voy a tener más posibilidades. Tengo miedo de quedarme en Buenos Aires y cometer una locura que empeore más mi situación.
– Digas lo que digas la locura es no quedarte en Buenos Aires– Repuso su hermana insistiendo decidida en que debería quedarse.
– Antes te dije que no solo se trataba de mí y es verdad. Marina tiene un sueño, por el que siempre luchó y ahora puede alcanzarlo. Me ofrecí a cumplírselo, pero me rechazó. No soy capaz de arruinarle eso también.
Mauricio pensó en todo eso. Por un momento Mauricio consideró la posibilidad de comprar esa propiedad en nombre de Marina solo para demostrarle que la amaba. Pero ¿Qué posibilidades había de que Marina aceptara algo de él?
Las palabras de su hermana lo sacaron de la confusión en la que se encontraba.
– Sigo sin entenderlo y continúo creyendo que arriesgas mucho más de lo que creo estas dispuesto a perder. ¿Sos consciente de que tu silencio puede volverse en tu contra y podes pasar a perderlo todo definitivamente?
Mauricio se quedó por unos instantes mirando a su hermana procesando lo que acababa de decir y con una lacerante expresión de dolor, bajo su mirada para no ver la de Lucía cuando le diera su respuesta.
– Si eso sucediera... creo que África sería una buena opción para vivir.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...