Capítulo 8

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Marina tenía un cosquilleo constante que oscilaba a lo largo de toda su piel. Estaba emocionada, totalmente turbada, conmovida de estar por fin en el lugar con el cual siempre había soñado.

Barrió con su mirada el gran salón de fiestas y reconoció a las grandes personalidades de la moda. Todos se habían dado cita en ese lugar en donde el lujo, el buen gusto y la elegancia eran los denominadores comunes.

Por un momento Marina se sintió insegura, como fuera de lugar, pero solo fue impresión suya, porque todos a su paso no solo se giraban para mirarla, también lo hacían para admirarla. No sabía exactamente hacia dónde dirigirse, no veía a Olivia ni a nadie de su equipo. Tan solo se permitió dar algunas vueltas por el salón, para luego dirigirse precisamente hasta la barra, en donde pidió un jugo de frutillas para suavizar su garganta reseca. Prosiguió con su recorrido, trató de tranquilizarse mientras caminaba entre los invitados con el propósito de lograr que Olivia la encontrara.

Fue cuando la vio. "Y para no verla" se dijo.

Estaba perfecta, impecable y realmente hermosa.

Conversaba con un hombre, que estaba de espalda y que Marina consideró su tamaño porque sobresalía de todos los demás. No sabía quién era, pero por la forma en que ellos se miraban y se hablaban, se notaba cierta confianza y familiaridad.

No se permitió acercarse. Tan solo se quedó allí de pie esperando que ella se aproximara.

Volvió a mirar a su alrededor, el esplendor y el despliegue de ostentación que allí se respiraba por momentos la intimidaba, pero no para los demás que parecían moverse como peces en el agua. Eso a Marina la hizo sentir insegura y absolutamente desprotegida esta noche, fue por eso que en ese mismo instante se prometió hacer hasta lo imposible para pertenecer a ese mundo como si hubiese nacido en él.

Vio como Olivia se despedía del hombre con el que estaba conversando, y fue en ese momento cuando por primera vez se fijó en él.

No lo conocía, o por lo menos no le pareció desde donde ella estaba. Lo que sí fue capaz de notar fue que parecía perturbado cuando Olivia lo había dejado. ¿Había algo entre ellos?

No pudo contestar esa pregunta, pero sí pudo afirmar que era uno de los hombres más apuestos que había visto jamás.

Había hecho miles de sesiones fotográficas con modelos, que más que modelos parecían adonis, dioses salidos del monte Olimpo, pero este era diferente. Claro que lo era.

No pudo apartar sus ojos de él, magnetizaba su mirada y tanto era que ni siquiera pudo darse cuenta de que él también la estaba mirando. Fue un instante, pero el suficiente para establecer ese contacto y ser consiente el uno del otro.

Pero el rompió la conexión y Marina volvió a la realidad pensando que ni bien él diera los primeros pasos seguramente ya se habría olvidado de ella. Marina suspiro su frustración porque por un momento ella había visto algo distinto en su mirada, por un momento a ella le hubiera gustado encontrar en él lo que siempre había querido ver en un hombre cuando la mirara.

Sus ojos todavía seguían hipnotizados, hasta que lo perdió entre los invitados camino a la barra. Como salida de un trance suspiró y volvió a la realidad. Volvió a poner todos sus sentidos nuevamente en Olivia. Esta vez la vio envuelta en una conversación con un grupo de personas de las cuales a varias, esta vez, sí reconoció.

Sus ojos se encontraron con los de Olivia, que después de unos segundos, volvió a poner la atención en los invitados que tenía a su alrededor.

Marina se quedó solo esperando una señal, saboreando el jugo de frutillas que dicho sea de paso comprobó que estaba exquisito.

Volvió a poner sus ojos en Olivia y descubrió que la estaba mirando. Sintió como la fotógrafa la recorría con su mirada de arriba abajo y se tensó. En una fracción de segundo la modelo entró en un túnel oscuro de incertidumbre y de una profunda inseguridad.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora