Capítulo 53

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Eugenia y Lucía desbordaban de alegría. Hacía más de una hora que no podían parar de hablar de sus hermanos y sonreían de solo pensar en el hecho de que al fin estaban juntos.

No sabían a ciencia cierta cuándo había ocurrido, que era lo que había sucedido, ni cómo había sido el reencuentro. Pero de algo estaban seguras. Marina y Mauricio estaban juntos.

Es por eso que, con sendas copas de champagne en sus manos, era como la tercera vez que brindaban.

Como se habían prometido al inicio de esta descabellada, pero bienintencionada empresa, se encontraron en una selecta casa de comidas para festejar. No pudieron contener más la alegría que les producía el saber que, a pesar de todas las mentiras que habían dicho, el resultado había sido el esperado. Y al final de cuentas eso era lo que importaba.

Ya vendría la hora en que tendrían que afrontar el hecho de que habían engañado, mentido, manipulado y ocultado la verdad. Pero eso a ninguna de las dos le interesaba viendo las consecuencias de su plan.

–Debo confesar que al principio tu plan para reconciliar a nuestros hermanos me pareció un tanto temerario... pero ahora, brindo por eso–Dijo Lucía con los ojos brillantes y tal vez un poco achispada por el alcohol.

– ¿Un poco temerario? Si hay alguien temeraria en este lugar, esa sos vos sin lugar a dudas–Repuso Eugenia mirándola con una radiante sonrisa–Aunque debo reconocer que la manera en que manipulé a mi hermana no tiene nada de inocente.

– ¡Bah!–Lucía hizo un gesto vago con su mano–A la mierda con sentirnos tan culpables. El resultado es lo que cuenta y estoy segura de que todo va a salir bien. Deberíamos dedicarnos a esto. ¿Qué te parece?

– ¿Vos decís rescatar a los pobres e indefensos enamorados de las garras del cruel destino?

–Suena un poco melodramático, pero si es así como queres llamarlo...

–Solo bromeaba–Respondió Eugenia poniéndose seria–No sé qué hubiera sido de los chicos si no hubiéramos intervenido.

–Eso es verdad.

–Mi hermana ya había descubierto todo lo referente a Olivia... pero seguía creyendo que Mauricio no la amaba.

–Y el necio de mi hermano pasaría el resto de su vida en África, te lo puedo asegurar. Si no le hubiera mentido, nunca hubiera regresado.

–Tenes razón... no lo hubieran logrado. Quizás con el tiempo, cuando los años hubieran pasado... quien sabe...

–Nos guste o no nos guste, culpables o no... Formamos un excelente equipo–Dijo orgullosa Eugenia.

–Mi querida amiga, si me permitís llamarte así, podes contar conmigo cuando quieras.

Eugenia asintió permitiéndole la posibilidad de que llegaran a ser grandes amigas. Algo que Eugenia pensó que le gustaría mucho. Además, y de todas maneras terminarían siendo familia.

Pero luego un pensamiento nubló su precioso semblante y miró a Lucía con determinación.

–Tal vez necesite de tu ayuda mucho antes de lo que te imaginas.

–Estás hablando de Olivia ¿Verdad?–Preguntó Lucía aunque ya sabía la respuesta.

–Te juro Lucía que Olivia va a pagar lo que le hizo a mi hermana y también a Mauricio por supuesto.

–Debo advertirte que Olivia no es una mujer común, es peligrosa y no va a ser tan fácil de manipular.

– ¿Y quién puede advertirle a Olivia de lo peligrosa que puedo llegar a ser cuando de mi hermana se trata, y sobre todo teniendo una secuaz como vos a mi lado?–Preguntó decidida.

Las dos se miraron, y a pesar de que estaban un poco achispadas por el champagne, se dieron cuenta de que todo esto iba muy en serio.

–En lo que a mí respecta tendrás toda la ayuda que necesites y con respecto a Olivia... yo no te conozco y esta conversación jamás existió–Repuso seria. Haciendo referencia a que este plan era un secreto entre ellas dos.

–No voy a parar hasta que Olivia tenga lo que se merece –Dijo con tanta convicción que hasta pudo saborear su victoria.

–Entonces Eugenia, será un placer ayudarte.

Las dos sonrieron con malicia, hasta creo que en el fondo, porque no decirlo, se dieron mucho miedo. Porque solas eran una cosa, pero juntas...

Y para sellar ese pacto volvieron a brindar.

Las dos salieron del restaurant con los ánimos tan exaltados por el nuevo plan que habían trazado para terminar de una vez por todas con la tiranía de Olivia, que no vieron la pareja que se acercaba hacia ellas y que las detuvieron cortándole el paso.

Lucía miró la expresión de furia de su hermano y luego trató de escapar de ella mirando a Marina. Pero su expresión no era mejor, porque Marina, a pesar de su rostro angelical, miraba a su hermana con expresión asesina.

– ¡No puedo creerlo!–Mauricio casi escupió las palabras mirando a su hermana.

–Soy yo la que no pudo creer cuando la secretaria de Mauricio nos anunció que la señorita Robles tenía una cena de negocios con una abogada, la doctora Vives–Casi gritó Marina.

–Yo... –Comenzó a decir Lucía, pero vio acercarse a su hermano y se calló.

– ¿Cómo pudiste? ¿Cómo fuiste capaz de escribirme tantas mentiras y hacerme sentir tan culpable?

–Es a mí a la que deberían culpar–Dijo Eugenia poniéndose al lado de Lucía para defenderla–Yo fui a buscarla para pensar en la forma de que ustedes estuvieran juntos nuevamente– Confesó Eugenia con voz temblorosa para, de esa manera, ver si podían atenuar su condena.

Mauricio desvió su furiosa mirada de Lucía por unos momentos y miró a Eugenia con una mirada glacial que la hizo empequeñecer.

–Conozco perfectamente a mi hermana y sé que no necesita de nadie para ser una maldita bruja, doctora Vives.

– ¿Por qué no me extraña? ¿Por qué no me parece raro que vos estuvieras detrás de todo esto?–Preguntó Marina reuniéndose al grupo hasta quedar todos enfrentados, pero su mirada homicida iba dirigida a su hermana– ¿Cómo pudiste mentirme y manipularme de esa manera?

–Yo...

–Ni siquiera te atrevas a contestarme–Terminó la modelo con dureza.

– ¿Saben lo que son ustedes dos?–Preguntó Mauricio levantando la voz sin importarle que había comenzado a llamar la atención de algunas personas que pasaban por ahí– ¡Quizás las mejores hermanas del mundo! –Les dijo largando una carcajada, mientras miraba sus rostros llenos de angustia y perplejidad.

Mauricio y Marina comenzaron a reírse y mucho más lo hicieron cuando vieron el rostro de sus hermanas casi a punto de llorar. "Se lo tenían merecido" se habían dicho. Pero lo cierto es que no podían dejar de reconocer que de verdad, tenían las mejores hermanas que nadie pudiera tener. Es por eso que los cuatro terminaron en un largo abrazo fraternal.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora