Capítulo 48

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Cuando unos días después de haber vuelto de Mali, y hubiera regresado a Ciudad del Cabo donde tenía su base de trabajo en una habitación del Hotel del Mandela Rhodes Place, lo primero que hizo fue chequear su correo electrónico.

Decenas de mensajes se habían acumulado en su ausencia, pero definitivamente hubo uno que había hecho tambalear la poca tranquilidad que había creído conseguir desde que había llegado a África.

Era de su hermana, y a pesar de que hacía unas horas que lo había leído, y lo había hecho una sola vez, sus palabras habían quedado grabadas en su retina.

Mauricio se encontraba caminando por las tranquilas arenas de la increíble playa de Hout Bay, un poco alejada de la ciudad, pero que cumplía con su propósito. Las caminatas por esas playas desiertas le servían para poder pensar, para tratar de aligerar el peso que tenía su alma, que para estas horas se encontraba aprisionada en su cuerpo queriéndose liberar. Pero él se resistía, ya había perdido demasiado para ahora perder su alma también, ya no podía soportarlo más.

"ya sé que podrás sentirte algo desilusionado, pero el hecho es que acá no está todo lo bien que pudiera esperarse..."

Mientras caminaba con los pies hundido en la arena sin ver lo que sucedía a su alrededor, Mauricio por fin pudo comprender que haber aceptado trabajar en África no había sido una decisión muy afortunada.

"Sé que los motivos de tu alejamiento son personales, no voy a cuestionarlos, pero deberías comenzar a pensar que vas a hacer con tu estudio, porque desde que te fuiste nada es lo mismo y temo no poder estar a tu altura"

Mauricio comprendió que su hermana tenía razón. Luchó mucho para llegar a ser unos de los estudios fotográficos más importantes del país, y entre líneas Lucía le estaba diciendo que había huido y le había dejado toda la responsabilidad sobre sus hombros. Y no era que no tenía capacidad para hacerlo, confiaba plenamente en ella, solo era que siempre habían funcionado como un equipo y tal vez ahora ella se encontraba perdida sin él.

Mierda!" masculló por lo bajo odiándose por haberse comportado de esa manera con su hermana.

"Algunas cosas que me dijiste antes de irte quedaron grabadas en mi memoria y no puedo olvidarlas. Una es que ya no podías soportar que mamá y yo estemos preocupándonos todo el tiempo por vos. ¡Bueno tengo noticias para darte! Desde que te fuiste no hacemos otra cosa que preocuparnos. Y otras de las cosas que me comentaste es de la posibilidad de quedarte definitivamente en África. Bueno, no es que eso me haga muy feliz, pero viendo cómo se dieron las cosas creo que definitivamente vas a volver allí. De todas maneras regresar a Argentina es el primer paso para determinar que haremos con nuestras vidas"

Mauricio a cada minuto que pasaba le costaba creer lo egoísta que había sido con su hermana y su madre al alejarse, escapándose hacia África. Porque se viera como se viera, se había escapado. Pero una de los principales motivos de su huida había sido justamente lo que definitivamente no quería reconocer. Otra vez entre líneas su hermana le estaba diciendo la verdad.

"...pero viendo cómo se dieron las cosas creo que definitivamente vas a volver allí."

Había perdido a Marina, y Lucía lo sabía.

Con su mirada perdida en el azul intenso del mar, tomó una decisión, regresaría a Argentina, solucionaría cada uno de los problemas que pudo ocasionar su ausencia más que egoísta y volvería a África, para nunca más regresar.

Lucía con manos temblorosas marcó un número desde su celular y esperó con impaciencia que desde el otro lado le contestaran.

Por favor dame buenas noticias–Dijo Eugenia en tono expectante.

–Tengo las mejores–Respondió Lucía mirando el monitor de su computadora en donde acababa de leer la respuesta que Mauricio le había mandado desde África–Muy pronto, en cuanto soluciones su agenda de trabajo regresa a Argentina.

– ¡Lo sabía! ¡Sos genial Lucia! Todavía no puedo creerlo–Celebró Eugenia.

–Y yo lo que no puedo creer es la cantidad de mentiras que tuve que escribirle en ese mail para convencerlo. Va a odiarme Eugenia. Siempre me dice por lo bajo "Maldita bruja". Todavía no sé qué calificativos va a usar conmigo cuando se entere de que todo fue un engaño.

No te preocupes por eso. Cuando llegue y vea a Marina se va a olvidar de todo, hasta de que le mentiste–Respondió con seguridad.

–Espero que sí, realmente lo deseo de todo corazón porque ya no sabía qué hacer por mi hermano. Es por eso que accedí a hacer todo esto. Y admito que haberte conocido abrió más mis posibilidades. Nada podría haber hecho sin tu ayuda–Confesó pensando en la hermosa relación que se había establecido entre las dos en las últimas semanas.

Ni lo menciones, tu parte del plan era la más importante. Hacer venir a tu hermano de África a base de mentiras hace que te lleves los laureles–Bromeo para hacerla sentir responsable.

– ¿Sabes qué? No me voy a sentir culpable. De todas maneras me va a matar–y las dos terminaron riéndose, aunque esas risas dejaban entrever cierta inquietud y una culpa que llevaban clavada en el corazón.

Y cuando hubieron terminado las bromas...

– ¿Sabes que Eugenia? Creo que todo esto va a valer la pena y lo digo en serio.

Yo creo lo mismo. Además ya no puedo seguir viendo como Marina se desmorona día a día. Tendrías que verla Lucía. No va a lograr salir de esta si Mauricio no está a su lado.

–En eso estamos de acuerdo y es por eso que estamos en esto ¿No?–Se hizo una pausa–Conozco a mi hermano mejor que nadie y también tengo que reconocer que estoy al tanto de la cantidad de mujeres que pasaron por su vida. Pero jamás lo vi así. Cuando me habló de Marina lo hizo con tanto amor que se me deshizo el corazón. Por primera vez vi algo más en su mirada, algo que jamás había visto. Y cuando tomó la decisión de irse supe que todo esto iba muy en serio. Mi hermano está profundamente enamorado de Marina, quizás más de lo que cualquiera de nosotras se pueda imaginar. Se fue aun sabiendo que iba a sufrir por ella y anteponiendo el sueño de Marina a los propios, se alejó. Si me preguntas si estoy preocupada por la forma en que le mentí. Ahora te digo que no. Prefiero que no vuelva a hablarme en su vida, pero que el vuelva a ser feliz.

Eugenia trató de tragar el nudo que tenía en la garganta y al intentarlo no pudo evitar que una lágrima recorriera su mejilla. La emoción de saber que a Lucía y a Mauricio los unía algo más que los lazos de sangre, sino que los unía el amor, un amor verdadero, la hizo confirmar una vez más que estaban en el camino correcto y que jamás se iban a arrepentir de haberlo intentado.

Estoy de acuerdo, no amo menos a mi hermana y no me importa lo que tenga que decir de todo esto, porque te aseguro que Marina también va a tener algo que decir –Aseguró – Pero te prometo, que cuando estemos a salvo de tu hermano y de la mía y de que no nos quieran matar, te voy a invitar a cenar y espero que sea para brindar por lo bien que salió todo.

– ¡Que así sea!–Terminó Lucía como si Eugenia hubiera dicho una plegaria.

Bueno, entonces la primera parte del plan ya está en marcha, solo falta saber cuándo llega tu hermano de África para llevar a cabo la segunda fase del plan, que Marina y Mauricio se encuentren finalmente.

–Sí y ruego que sea lo antes posible. Conozco a Mauricio, y lo cargue de tanta culpa por haberse ido y haber dejado todo sobre mis hombros, que sé que no va a tardar en regresar. Te lo aseguro.

Bien, entonces no hay nada más que esperar–Suspiró Eugenia resignada.

–Si–Respondió con firmeza–Luego solo tendremos y que ir a cenar para brindar.

– ¡Espero que así sea amiga mía!–Rezó con fuerza.

–Confiá en mí. Va a salir todo como planeamos. Acordate de que soy una "Maldita bruja".

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora