Capítulo 9

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– ¡Mauricio!–Dijo Olivia en tono meloso– ¿Cómo crees que pueda olvidarme de vos?

–No... No te creería capaz–Respondió Mauricio en el mismo tono irónico que Olivia había utilizado. Claro que solo ellos habían notado ese detalle.

Olivia cariñosamente, o al menos eso era lo que parecía, se colgó del brazo del fotógrafo y con una sonrisa estudiada, dejó que Mauricio saludara a los otros invitados. Y mientras los saludos se efectuaban, Marina no pudo dejar de notar lo bien que Mauricio y Olivia se veían juntos. Ahí tomados del brazo eran la misma imagen de la perfección y verlos de esa manera la hizo gemir de frustración. Algo que le pareció ridículo sentir.

Marina no pudo contener su mirada y contempló su rostro tan cerca por primera vez.

Contuvo el aliento sin poder remediarlo y tratando de poder respirar con normalidad, comprobó que, si de lejos le había parecido el hombre más apuesto que había visto en su vida, teniéndolo tan cerca contempló la posibilidad de que no vería a nadie como él mientras viva.

Qué hermoso es. Y a su susurro interno le sumo el pensamiento que debería serlo en todos los sentidos.

Así era, estaba segura, así ella lo sintió.

Cuando llegó el momento en que Olivia hizo las presentaciones entre los dos, Martina pudo ver en la mirada de ese hombre, un brillo tan cálido que no pudo resistirse a perderse en ella.

Acostumbrada a las miradas especulativas que analizaban cada rincón de su cuerpo y de su expresión, con él fue totalmente distinto. Por primera vez en toda la noche sintió que alguien por fin no la estaba evaluando. Es más. Por primera vez en mucho tiempo Marina sintió que solo la estaba mirando a ella. Solo a ella.

–Marina, te presento a Mauricio Robles, y por favor te advierto, y no olvides nunca, que es mi mayor competidor–Indicó Olivia mirando a los presentes, los que por supuesto respondieron a su broma con una carcajada.

Mauricio. Susurró en secreto.

–Marina–Repitió Mauricio con voz sedosa. Su nombre salió de sus labios como un suspiro y por suerte se perdió entre las risas y las voces de los demás. Por unos segundos, ese brillo que había captado Marina en su mirada se volvió más intenso y perturbador, pero solo duró un exhalación, porque luego con una sonrisa que iluminó su rostro mostrando diversión, extendió su mano para saludarla

–Encantado de conocerte y te advierto– repuso usando el mismo tono de Olivia– que todo lo malo que te haya dicho esta mujer de mi... es verdad.

Todos alrededor festejaron su broma, inclusive Olivia que suspiró resignada y meneó su hermoso rostro con impaciencia.

Pero mientras todos reían y festejaban la broma, Marina solo fue consciente de su mano entrelazada con la de Mauricio y de lo que produjo en todo su ser.

"Dios mío" Pensó Mauricio, mientras su mano no podía desprenderse de la de Marina y todo lo demás parecía haberse esfumado.

Pudo contemplar por primera vez su rostro, y a pesar de que era obviamente hermoso, había en ella mucho más. Había algo inexplicable para Mauricio, tanto como que su cuerpo se sentía derrotado, desbastado, como sin fuerzas. Había algo lo suficientemente poderoso en ella para que se sintiera atraído como nunca lo estuvo de ninguna mujer.

Pero algo se congeló en su consciencia. Algo encendió en él ese mecanismo inescrutable que lo aislaba de cualquier sentimiento, que lo protegía de cualquier emoción que pudiera despertarle cualquier mujer, que no sea del placer puramente físico. Soltó su mano con la misma suavidad con que la había tomado y cuando lo hizo se recordó que Marina Sallinger estaba con Olivia Giuliani. Y eso podía significar solo una cosa para él. Esa hermosa mujer sería el instrumento fundamental para destruir a su peor enemiga.  

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora