Capítulo 44

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El "Acapulco dorado" fue el escenario soñado para la sesión fotográfica en la que Olivia se había inspirado. Y Marina al llegar supo porque. La belleza del lugar impactó a la modelo de tal manera, que no podía desprender su mirada hipnotizada de la arena del color del oro bruñido y de un mar verde turquesa que resplandecía aún en las últimas horas de la tarde.

La playa Condesa era una de las más concurridas del lugar, pero aun así Olivia había propuesto atrapar en sus fotografías el final del día, con el sol ocultándose lentamente a contrapunto del despertar de la ciudad, que poco a poco sus luces iban despertando como estrellas en el firmamento.

Marina se veía bellísima con un atuendo playero y con un maquillaje que quería demostrar que persistía después de toda una jornada en el mar. Como siempre dio lo mejor de sí, y eso se vio en cada una de las imágenes que la fotógrafa tomaba.

Olivia sabía que la empresa de cosméticos quedaría más que satisfecha. Conocía desde hacía mucho tiempo a la gente de marketing y sin ningún temor a equivocarse, tenía de antemano el éxito asegurado.

Pero a pesar de que todo estaba resultando favorablemente, con respecto a su trabajo, Olivia no podía dejar de pensar en todas y cada una de esas sensaciones que recorrían su cuerpo cada vez que miraba a Marina. Ya casi no podía contenerse, y sacudida por esa turbulencia que amenazaba con destruir definitivamente su control, decidió dar un paso más. Uno más para acercarse a Marina.

Ya tenía todo jugado y como siempre no le importaba más allá de lo que ella sentía.

Pero más que nada ya no podía seguir esperando.

La deseaba. El deseo por Marina se había convertido en algo dolorosamente dulce, obligándola a derribar todas esas barreras con las que había intentado contener cada uno de sus sentimientos.

Olivia intuía que ella sería todo lo que había soñado y tal vez mucho más. Es por eso que ya no quería seguir imaginando... Y no estaba dispuesta a seguir esperando.

Marina por su lado seguía las reglas del juego. Un juego peligroso que no conocía y que ya sabía que no estaba dispuesta a jugar. Un juego que definitivamente no lo era tanto.

Tenía muy en claro cuáles eran las intenciones de Olivia. Lo podía ver en su mirada voraz que minuto a minuto dejaba traslucir y que la modelo podía leer perfectamente en ella... Olivia ya no podía seguir esperando.

Pero por otro lado Marina se preguntaba como haría para que Olivia comprendiera que sus deseos no serían correspondidos. Cuando definitivamente comprendiera que no podría estar con ella, que en realidad ya no podría estar con ninguna otra persona, ya sea hombre o mujer, que ya no podía pensar en nadie más que no sea el poseedor de los ojos azules más hermosos que había visto en su vida y que no había podido olvidar.

Marina ya no podía mentirse más. Por más esfuerzos que hubiera hecho todos esos últimos meses para olvidarlo, por más que pensaba con dolor la forma en que la había engañado, por más que le había ido la vida en tratar de no pensar en él, había sido inútil.

Se había estado engañando, pretendió todo este último tiempo que había conseguido olvidarlo. Cuando definitivamente comprendió que lo llevaba grabado a fuego en sus pensamientos y mucho más profundo en su corazón.

Marina descubrió que tenía un cierto mecanismo en su corazón que luchaba contra sus propias fuerzas y no le permitía olvidarlo. Un mecanismo que consistía en no borrar ninguno de los sentimientos que sufría por él.

Sí, sufría. Porque el solo hecho de no haber podido dejar de amarlo, se había convertido en el mayor de los tormentos para Marina.

Y por más que lo intentara, por más que pensara en todas y cada una de las mentiras que habían causado su separación, supo tristemente que ya no podría concebir su vida sin él. Irónicamente lo supo el mismo día que Olivia le confesó que la deseaba, tanto como ella amaba al dueño de esos ojos azules que no había podido olvidar.



La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora