Capítulo 52

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Mauricio no podía apartar su mirada de Marina. Él sabía que estaba allí, que Marina era real, pero de todas maneras no lograba despojar de su alma esa sensación de poder perderla en cualquier momento. Casi la había perdido una vez y no estaba dispuesto a pasar por eso nuevamente. Había pasado demasiado tiempo imaginándola, para luego dejar solo lágrimas en sus ojos cuando se daba cuenta que su cabeza le había jugado una mala pasada. Y ahora, viéndola allí, a su lado, sintió lo que nunca pensó que algún día sentiría por una mujer. Miedo a perderla, porque si la perdía, ya sabía que su vida no tendría sentido.

Ella se encontraba acurrucada en su cama, envuelta en las sabanas, a salvo de todo. Y juró por la memoria de su padre y de su abuelo que jamás permitiría que nadie la separara de su lado.

Había estado a punto de perderla y solo ese pensamiento lo llenaba de una insoportable amargura, pero solo bastaba mirar su hermoso rostro invadido por un sueño tranquilo para apaciguar la tormenta que se había desatado en él.

La forma de su hermoso cuerpo, que se dejaba adivinar debajo de las sabanas, y sus sedosos cabellos que se extendían sobre la almohada cual manto de oro bruñido, conformaban una imagen hipnótica.

Su respiración era calmada y suave, hasta Mauricio le pareció que sus labios mostraban una suave sonrisa aun estando dormida.

Mauricio se encontraba de pie al lado de su cama. Hacía rato que se había levantado, y aun así seguía allí, paralizado... mirándola, bebiendo de cada línea de su cuerpo, de cada rasgo de su rostro, de cada uno de los detalles de la mujer que amaba.

Se llevó la mano hacia el pecho y comprobó que ese vacío tan doloroso que había sentido por tanto tiempo había desaparecido. Y con una sonrisa llena de satisfacción, agradeció al cielo, a Dios o a la fuerza que fuera, que hubiera regresado a Marina junto a él.

No había sido muy consciente de lo profundo de sus sentimientos, sabía que la amaba como jamás había amado a ninguna mujer, pero cuando la vio en el muelle, con esa expresión de dolor en su mirada, supo que su vida jamás sería la misma si Marina no permanecía para siempre a su lado. Todavía no creía posible que se amaran de esa manera tan completa e intensa. Pero muchos de esos interrogantes ya no importaban, lo descubrirían juntos y tenían toda la vida para intentarlo.

Pasó más de una hora en su estudio frente a su computadora y después de esa hora todavía no podía comprender lo que sucedía.

Por intermedio de su computadora podía acceder a toda la información contable de su estudio y con mucho desconcierto y una profunda confusión vio que la situación económica del estudio daba un saldo positivo, y tuvo que admitir que era mayor al de antes de partir hacia África.

Entonces ¿A qué clase de problemas se refería su hermana?

Tal vez el problema no era económico, tal vez como él se había anticipado era una cuestión personal. Había puesto toda la responsabilidad en las manos de su hermana y quizás se había equivocado en pensar que ella sería capaz de encargarse de todo.

La compensaría, compensaría cada uno de sus errores y tal vez sería hora de comenzar a pensar que iba a hacer con su vida profesional, ya que su vida personal estaba resuelta y eso era lo que más le interesaba.

Nada era importante para él más que el hecho de proyectar una vida junto a Marina. Lo demás no le interesaba.

Sin embargo había algo que no llegaba a entender, algo le decía que había cosas que no encajaban.

Pero todo eso que perturbaba sus pensamientos de pronto desapareció, todo tenía un motivo y una explicación. Marina acababa de entrar a su estudio envuelta solo en una sábana, dejando sus hombros desnudos, dejando que esa porción de piel que tanto había besado se viera suave y brillante como la seda.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora