Marina estaba más nerviosa de lo que le había gustado reconocer. Pero aun así y todo, unos minutos antes de las diez de la mañana salió para su cita de trabajo.
Para esta ocasión eligió vestirse con un jean oscuro Calvin Klein y una blusa de seda blanca Armani ajustada al cuerpo en donde se dejaba trasparentar su ropa de encaje del mismo color. Complementó su vestuario con unas botas cortas Manolo Blahnik de tacón alto color natural, que hacían juego con su cartera, y para contrarrestar el frío que todavía hacía en Buenos Aires, se abrigó con un sacón de paño color natural, que lo sujetaba con un lazo en su cintura, que si bien no era de marca, era muy sencillo y de corte elegante.
No había usado maquillaje, era innecesario ya que frecuentemente en las producciones fotográficas un equipo de maquilladoras hacía ese trabajo. Pero sí tomó todos los recaudaos para proteger su piel, haciéndose previamente una limpieza de cutis y una profunda humectación para protegerse del maquillaje y del frío también.
De todas maneras Marina no necesitaba ningún tipo de adornos ni ningún tipo de arreglo que hiciera resaltar su belleza natural.
Todo en ella era seguridad y confianza. Seguridad en lo que quería y en lo que buscaba y confianza en que lo lograría.
Con ese pensamiento entró al edificio de Puerto Madero en donde estaba el estudio fotográfico de Olivia Giuliani.
La recepcionista la condujo a una oficina en donde ya había un grupo de chicas esperando. Marina no pudo dejar de mirar los hermosos rostros de todas las chicas que allí aguardaban por una oportunidad igual que ella y se dijo a sí misma que no pensaría en la competencia que cada una de ellas significaba. Pero lo que Marina no sabía, es que eran ellas, las que se sentían intimidadas con su presencia.
Pero siendo inconsciente de todo, decidió dejar de preocuparse y arrojarse a su suerte.
Olivia ya estaba preparada desde muy temprano. Había llegado a su estudio fotográfico con las primeras luces del día para preparar sus cámaras, sus lentes y todo lo necesario para un largo día de trabajo. El personal de su estudio había dejado el vestuario, los fondos, las luces, las sombrillas y cada una de esos elementos que utilizarían para las distintas producciones, y los asistentes personales de Olivia controlaban minuciosamente que todo estuviera como a ella le gustaba.
Todo en Olivia era perfección y excelencia y eso lo trasladaba a su trabajo, no en vano era considerada una de las mejores fotógrafas con reconocimiento a nivel internacional. Buscaba la magnificencia en cada uno de sus trabajos, se esforzaba al máximo porque así fuera y no se podría trabajar con ella si no se estuviera dispuesto a buscar lo mismo.
Tenía el respeto de sus colegas y también de los que trabajan con ella.
Pero todo ese orden, esa simetría y ese equilibrio que buscaba para su vida exterior eran para contrarrestar su desequilibrio interior. En algún lugar recóndito de su ser Olivia era insegura, inestable y por momentos emocionalmente desequilibrada.
Pero nadie mejor que ella para no demostrarlo. Era una experta en guardar ese tipo de emociones, mostrando al mundo solo una parte de como realmente era.
Ya todo estaba listo, las modelos fueron conducidas hacia los camerinos en donde comenzaba la producción. Marina estaba maravillada, si bien ya había hecho muchas producciones para la agencia en otros estudios fotográficos, este distaba mucho de lo que había conocido hasta ahora.
Grandes espejos cubrían las paredes de los camerinos y los probadores estaban iluminados y ya provistos de la ropa que usaría cada una de las modelos.
ESTÁS LEYENDO
La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...