–La verdad es que me gustaría que me acompañaras esta noche–Confesó Mauricio a una sonriente Marina, mientras iban en su auto rumbo a la ciudad.
Habían pasado casi dos semanas desde que Marina se había enterado de todo lo que había sucedido con su hermana y Lucía, y ahora que todo estaba en su lugar, era hora de regresar. Había sido delicioso pasar ese tiempo en la isla, pensando en que eran los únicos sobrevivientes del planeta. Pero la realidad era otra.
Había llegado la hora de que Mauricio tomara decisiones con respecto a su futuro, al futuro de los dos, y por más que la idea de quedarse para siempre en la isla del Tigre era muy tentadora, había razones de fuerza mayor que por el momento lo impedían.
–Amor, no es que no quiera acompañarte, pero necesito ver a mi hermana, ir a mi casa, ocuparme de algunas cosas que quedaron pendientes y que quiero solucionar. Además el Hilton puede sobrevivir una noche sin mí–Respondió con una sensual sonrisa.
–El Hilton quizás sí, pero yo...
–Solo es hasta la noche, cuando regreses voy a estar esperándote en mi departamento–Repuso Marina justo cuando llegaron a donde ella vivía.
Mauricio apagó el motor del auto y se acercó a ella para mirarla a los ojos.
–Voy a estar ansioso esperando que se haga la noche–Le confesó mientras la abrazaba con fuerza, desbordado por la inquietud que Marina pudo finalmente percibir.
– ¿Qué es mi amor? ¿Qué es lo que te preocupa?–Preguntó separándose de él para mirarlo a los ojos.
–No es nada malo, no te preocupes. Son cosas mías...
–No, son mías también y quiero saberlas–Respondió decidida.
–Es una pavada, pero... me cuesta separarme de vos. Muchas veces pienso en lo que sentí cuando estuve en África...
–Y no vas a volver a sentirlo, te lo prometo.
– ¡Dios mío Marina! ¡Te amo tanto!
La tomó entre sus brazos y la besó con pasión. Marina se entregó por completo, derritiéndose, fundiéndose en su cuerpo como si sólo fueran uno.
–Si fuera por mí te tendría en mis brazos todo el día–confesó mimoso.
–Señor Robles–Susurró sobre sus labios–No sabía que usted era tan posesivo–Repuso con fingido reproche.
– ¿Me creerías si te digo que yo tampoco lo sabía?
Los dos sonrieron y luego se miraron con intensidad.
–Te amo.
–Te amo.
Marina sonrió envuelta en una felicidad muy difícil de describir, una felicidad que recién comenzaba, una felicidad que vendría cargada de sorpresas y Marina se dijo que empezaría a disfrutarla esa misma noche.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...