Como Mauricio había presagiado, una espesa cortina de agua los sorprendió en el muelle, lo que los hizo correr hasta la casa en busca de refugio. Entre risas por jugar a las carreras para ver quién llegaba primero y los ladridos de Athos , que se confundían con los truenos mientras corría a su lado, se detuvieron en la sala jadeantes y absolutamente sin aliento, completamente empapados y tiritando de frío.
Mauricio trajo del cuarto de baño una toalla para que Marina pudiera secarse y mientras ella lo hacía, veía como él con otra, secaba a Athos.
Esa imagen le pareció lo más tierno que había visto jamás. No podía sacar sus ojos de su rostro, de su cuerpo compenetrado en la tarea de sacarle a Athos toda la humedad posible de su pelaje. Aunque ya no podía sorprenderse que Mauricio pudiera ser así. Lo que había vivido en el muelle, en persona, hacía solo unos instantes, había sido lo más dulce con lo que hubiera soñado jamás. Supo que después de eso no habría nada más increíble y embriagador que el recuerdo de su voz perdiéndose en la noche, su voz perdiéndose en el viento.
–Marina... –La llamó al ver que estaba completamente absorta. Ella lo miró y le sonrió despreocupadamente.
–Tengo que sacarme esta ropa–Dijo Marina mirando el desastre que estaba hecha.
Lo primero que hizo fue quitarse la campera que tenía estampada la cara de Mickey en la espalda y la colgó en el respaldo de una de las sillas de la cocina. Cuando volvió a la sala vio con perplejidad que Mauricio estaba sonriendo y también mirando su remera de algodón que casualmente tenía diminutas caritas de Minnie desparramadas por todo su pecho.
– ¿Qué?–Preguntó interesada por el motivo de esa sonrisa.
–Desde que te vi esta tarde que quiero preguntarte por... tu ropa me parece muy divertida–Terminó sin poder disimular esa encantadora sonrisa.
– ¡Ah! ¡Al fin! Te dije que no te iba a ser difícil.
– ¿Qué cosa?
–Descubrir uno de mis defectos, y no tardaste demasiado.
–No creo que Minnie y Mickey tengan algún defecto.
–No, claro que no los tienen. La culpa es enteramente mía, y créeme que es compulsivo. No puedo evitarlo, cada vez que veo algo que tenga que ver con estos personajes me abalanzo sobre ellos a cualquier precio. No me importa lo que tenga que pagar. ¿Es posible que en otra vida haya sido ratón?–Dijo en broma.
–Una muy hermosa por cierto–Declaró en tono suave.
–Y todavía no viste nada–Le advirtió.
Marina sonrió y fue directo a buscar su bolso que había dejado sobre uno de los sillones de la sala. Mauricio ya había terminado de secar a Athos y colocó las toallas en el cesto de la ropa sucia que estaba en la cocina. Al ver que Marina permanecía ahí parada con el bolso en la mano le indicó despreocupado.
–Arriba está el dormitorio y otro cuarto de baño, yo ya subo–Dijo con naturalidad para que Marina se sintiera cómoda y para que comprendiera desde ahora y para siempre que esta sería como estar en su propia casa.
O por lo menos eso lo que él deseaba.
Marina intuyo su deseo y sin decir una sola palabra se dirigió por las escaleras hasta el piso superior.
No había mucho por transitar. El corredor con el que se encontró cuando terminó de subir las escaleras tenía tres puertas. La del dormitorio y la del cuarto de baño estaban abiertas y había una tercera que no lo estaba. Pero por el momento dejaría las investigaciones para más tarde, así que entró al cuarto de baño para sacarse la ropa mojada y darse una ducha caliente.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...