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"Florecita"


Era el apodo cariñoso que le dio a Canadá, y el origen se remontaba a un día del amor y la amistad donde tomó valor para declararse.

Llevaba consigo su paliacate y juró que estaba muy apretado a pesar de que, al verificar, sobraba más de cinco dedos desde el pescuezo. Se peinó adecuadamente y no llevaba su sombrero para prevenir que su melena se hiciera un desastre. Verificó su atuendo sencillo y que su colonia no fuera muy fuerte. Ya olvidó cuántas veces se vio al espejo para verificar, y de las decenas de burlas de sus compadres quienes se suponía deberían ayudar con sus nervios.


—Vamos, cabrón. Culo si no lo haces hoy.


Buscó a Canadá en tierras gringas, donde se hallaba de visita hacia su hermano, el día anterior ya pactó un encuentro y hasta llegó media hora antes.

Le sudaban las manos y solo cuando llegó la hora pactada, se dio cuenta que no llevó flores o algo así. Se golpeó la frente y se encaminó de inmediato a algún lugar donde comprar unas. Pero Canadá se le había adelantado.

La vio platicando con la señora de las flores, riendo por alguna cosa, deslizando sus dedos por las rosas rojas, jugando con su cabello largo y acomodando su camisa de cuadros. Se quedó mirándola un ratito hasta que vio a Canadá comprar un pequeño ramito de tres flores de colores: rojo, rosado y blanco.


—Mexique —se ruborizó al verlo—, creí que nos veríamos en la plaza.

—Estás más bonita que todas esas flores.

—Gracias —río bajito—, y son tuyas.

—¿Qué?

—Las flores —Canadá las removió entre sus manos—. Las compré para ti —apretó los labios y desvió la mirada—. Sé que es raro que yo te regale flores, pero es un día especial y quise... darte un detalle bonito.

—¿Por qué me enamoras así? —México se apretó el pecho—. Me voy a morir antes de confesar que te amo.


Así de ridícula fue su tan planeada confesión, pero jamás olvidará cómo Canadá cubrió su rostro avergonzado con las flores y le dijo muchas cosas en francés, cosas que después descubrió que eran correspondencias a sus palabras. Porque Canadá estaba enamorada de él también.

¿Y las flores? ¿Y el apodo?

El regalo de Canadá fue como un inicio. Plantaron cada una de las flores en una maceta, las cuidaron y vieron crecer. Canadá tomó la roja y la llevó a su casa en tierras norteamericanas para mudarla a su patio, México se llevó la blanca e hizo lo mismo en su casa, y la rosada la plantaron en casa de USA como un recordatorio que fue en ese territorio donde se dijeron la verdad.

El apodo fue poco después, porque México adoraba recordar que Canadá le compró ese pequeño ramo, y se dio el derecho de llamar a Canadá como su florecita. 

Chiquis [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora