A veces la calentura les ganaba. México aceptaba que generalmente él era quien perdía la cordura y secuestraba a su maplecito para hacer el delicioso, aunque sea uno rapidito, y le gustaba. ¡Pero! No era el único que perdía los estribos, y, aunque eran pocas las veces, siempre eran geniales.
Como en esa ocasión.
Donde aparcaron en quién sabe dónde, bajo una zona poco alumbrada, y solitaria.
—¿No que no? —rio divertido mientras se quitaba su playera.
—Solo esta vez.
México sintió la mordida ruda en su clavícula y poco le importó, es más, se prendió un chingo solo con eso, y empezó a gemir a la par que movía sus caderas con frenetismo para rozarse con el bulto marcado de su maplecito.
Sintió esos dedos incrustarse en su cadera y escuchó el ronco gemido cercano a su oído. Tembló y contrajo su abdomen al sentir esos dedos que apretaron su trasero con fuerza. Se le escapó una carcajada cuando Canadá maniobró el asiento para deslizarlo al tope y darse algo de espacio, todo mientras maldecía en francés. Y al final se perdió en esos ojos azules que lo mantenían como objetivo.
—¿Tas bien desesperado o qué?
—Lo estoy —susurró antes de besarlo—, lo siento.
—No hay pedo, maple —metió sus manos debajo de la camiseta de Canadá para acariciarlo—, pero me vas a tener que mimar mañana.
Y es que no tenían nada a la mano, pero las ganas eran tan grandes que les daba igual.
Canadá poco esperó para deslizar los pantalones del mexicano lo suficiente apenas, todo para llevar sus dedos hasta esa zona prohibida, sintiendo la mordida descarada en su cuello, siendo consciente de que las manos ajenas ya zafaron su cinturón y abrieron sus pantalones.
—Mexique.
—Sí, sí —susurró respirando con dificultad—, me vale, solo mételo.
—Respira, sweetie.
Tal vez era la primera vez que Canadá era así de rudo, cediendo a la desesperación del momento, sin pensar en nada más que en la necesidad de coger y ya. E incluso así, mientras ni siquiera podía respirar y las lágrimas se le derramaban, creía que su maplecito era un regalo del cielo.
—Verga... —susurró aferrado a esa espalda, arañándolo en venganza.
—¿Estás bien?
—Sí —gimoteó agitado.
—Espera... un poco.
Caricias y besitos, sin movimientos rudos al inicio, abrazados en medio de sus agitadas respiraciones. México iba a protestar, porque si ya empezaron rudo, pues quería terminar de la misma forma. Pero no pudo. No si su botoncito de gloria fue presionado.
—Ay sí —arqueó su espalda y jadeó.
—Lo sé —Canadá rio bajito antes de volver a embestirlo con fuerza, sujetándolo de las caderas.
—Dale, maple —exigió entre lágrimas.
Canadá era un artista cuando quería, experto en hallar su punto de gloria. Era un cofre del tesoro y era solo suyo. Por eso bebió de él, el néctar de un orgasmo pronto pero delicioso.
—¿Otra más?
—Aprovecho hoy que andas de ofrecido —rio divertido.
Se quedaron ahí, en el auto, gastándose el oxígeno hasta que alguien les golpeó un vidrio, pero al menos valió la pena.
Notas finales:
Lemon sin chiste porque yolo~
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Chiquis [México x Canadá]
FanficReunión de pequeños drabbles de la pareja CanMex (Canadá x México) del fandom CountryHumans.