Chiquis [México x Canadá]

118.

Escuchó con atención el relato de El Salvador, incluso anotó detalles importantes, y después pidió disculpas por las estupideces que hizo debido al alcohol. Era terrible enterarse del desastre que fue mientras cursaba una crisis depresiva.

—Una vez, Canadá te tomó de la mano para bajarte de la mesa y tú lo insultante... Hasta trataste de golpearlo... Le dijimos que te dejara hasta que se te pasara el trago, pero él insistió y al final sí te llevó a tu casa.

—Pero qué pendejo estuve.

—Sí... La verdad, todos sentimos pena por ese gringo.

No era la única anécdota, pero sí era de las pocas, porque Canadá era siempre discreto y al parecer actuaba sigilosamente. Muy pocos vieron cómo Canadá llegó a soportar agresiones varias por un country que no tenía relación con él. Pero México logró saber que de verdad Canadá cuidó de él en su época más cabrona.

—Fueron seis meses... tal vez más —un día, Canadá le habló por cuenta propia.

—¿Tanto? —lo miró apenado.

—Al inicio sólo fue coincidencia —el bicolor miraba a la ventana y no al tricolor—, pero me gustabas y poco a poco empecé a seguirte... No debí hacerlo, pero estaba preocupado.

—¿Neta me aguantaste todo eso?

—Cuando llegabas a tu casa... Te tranquilizabas —suspiró, sintiendo un nudo en su garganta—. A veces no querías que me fuera... A veces me llamabas por otro nombre... Y a veces me echabas sin más... Pero cuando yo me quedaba contigo, al siguiente día desaparecías sin dejar ni una nota, y después ni siquiera me dirigías la palabra.

—Lo siento.

—Después entendí que no recordabas nada de lo ocurrido.

—Es lo que pasa cuando ya no diferencias tus "viajes" de la realidad.

—Eso es lo que puedo contarte —Canadá sonrió forzosamente antes de mirar su celular—. Debo irme. Cuídate mucho.

—¿Puedo preguntarte algo más? —Canadá asintió—. ¿Te hice algo? —tenía miedo—. Ya sabes... De "ese" tipo.

Canadá arqueó una ceja, intentando entender a lo que se refería el mexicano, pero no lo captó y tuvieron que explicarle, aunque fuera incómodo, y al final solo apretó los labios.

—No quiero responder eso.

—Sí te hice algo, ¿verdad?

—Ya no te descuides tanto —Canadá evitó el tema—. Te ves mucho mejor ahora... Y no quisiera que volvieras a lo de antes.

—Perdóname, maple.

Se dio un silencio incómodo y largo, hasta que Canadá suspiró. No quería dejarle la duda.

—Fue mi culpa también.