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—¿Puedo verlo?

—No —Canadá ni los miraba, y su voz era tosca—. Tengo que irme.

Francia y UK jamás habían sentido tanto resentimiento por parte de su hijo.

Dolía.

Dolía sí, pero ni siquiera con eso dieron su brazo a torcer.

Porque fueron ellos quienes descubrieron la barbaridad que dio origen a su nieto, al que quisieron desaparecer en un inicio, y al cual querían conocer.

Porque fueron ellos quienes dictaron un secreto total sobre ese asunto tan delicado, silencio que debía respetarse bajo amenazas estrictas, porque incluso ONU estuvo de acuerdo para evitarse un escándalo.

Ellos, y nadie más que ellos, decidieron que Hub fuera escondido hasta que destacara y ya fuese imposible negarlo, y que Canadá se adjudicara la paternidad total del pequeño, negando totalmente la existencia de un involucrado más. Pero fue una estupidez, una que no podían controlar.

Pocos sabían la verdad y así era mejor.

Tal vez.

—Y creía yo que no te gustaban los niños, gordis —México miraba extrañado al de cincuenta estrellitas.

—No sabes nada —sonreía USA mientras lanzaba a Hub por el aire para volver a atraparlo—. ¿Cómo no me va a gustar el hijito de mi hermano? —sonreía a la par que Hub.

—Wey, y ¿por qué no te apareciste cuando Canadá andaba en cinta?

—Las explicaciones se las debo a Cany —bufó girando el rostro—. No a ti, frijolero.

—N'ombre, devuélveme al chamaco que siento que lo vas a dejar caer.

—¡Claro que no! —protestó, aferrándose más al pequeño de aparentes dos años—. Quiero pasar tiempo con él. ¡Me lo merezco!

Peleas que se volvieron normales cuando esos dos se encontraban de casualidad, porque a ambos les gustaba cuidar del chiquito que reía al verlos de esa forma, todo mientras Canadá estaba ocupado y ellos actuaban de niñeras.

Pero cuando el chico de la hojita volvía, Hub se aferraba a él y nadie más existía. Era muy tierno ver a esos dos así.

—Para agradecer la ayuda, les invito a almorzar.

—Yo sí te acepto, maple.

—No hace falta, sweetie —miraba su reloj—. Además, ya tengo que irme.

México agradecía que USA se largara, que fuera un country ocupado, porque así tenía más tiempo con Canadá y Hub, donde no tenía que compartir la atención.

—Entonces vamos, Mexique... Conozco un restaurante que te gustará.

—Wey... ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Oui.

—¿Es cierto que tu hermano sale con el Tripalosky?

—Sí —sonrió—, pero no le digas a nadie... Creo que aún están intentando a ver qué pasa.

—Quién lo diría —río bajito.

—Estoy feliz por ellos —Canadá sonrió—. Espero todo salga bien.

—Pues claro, todos merecemos estar bien felices. Hasta la gordis merece amor.

—Tú también te lo mereces —Canadá sonrió antes de tomar la mano del tricolor—. Vamos. Es por acá.

México adoraba esos pequeños momentos, porque le daban esperanza.

Cuando sentía la calidez de la mano de Canadá junto a la suya, todo lo demás perdía importancia.

Chiquis [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora