Chiquis [México x Canadá]

186.

A veces México se enojaba y no paraba de quejarse o maldecir sin detenerse.

Canadá solía ser muy paciente e intentaba calmarlo, fuera o no fuera el culpable de ese enfado. Pero ocasionalmente sólo quería detenerlo y acabar con el tema.

Eran esas ocasiones donde usaba una estrategia un tanto extrema.

—Ese pendejo sólo era "bla, bla, bla". Pinchi estúpido. Uy sí... Qué me ayudaría y ahora...

Canadá sólo suspiró mientras seguía escuchando al mexicano quejarse, entonces lo tomaba de la mano y se lo llevaba a la habitación. Lo soltaba cuando iban a cruzar la puerta y se adelantaba.

—Quiero darle un putazo porque el idiota se lo mere...

México se quedó callado, porque notó que su maplecito se dirigió a la cama que compartían y... Se arrodilló dándole la espalda.

Canadá era consciente de que la atención de México estaba sobre él, cuando ya no lo escuchaba quejarse, y era ahí donde olvidaba la vergüenza. Se inclinaba hasta recostar su pecho en el colchón, separaba las piernas, elevaba su trasero y esperaba.

—Oh verga.

Canadá enrojecía al sentir esas manos apretándole el trasero o una furtiva nalgada en su sensible piel cubierta por el pantalón. A veces se reía bajito. A veces soltaba un jadeo sorprendido al sentir esas manos tocándole el abdomen o algo más.

—¿Ya no estás enojado?

—No —se posicionaba sobre su maplecito—. Ahora estoy caliente —y se restregaba con descaro.

—Mexique... ¿quieres seguir quejándote? —susurraba.

—¿Qué? —fingía una embestida—. No sé de qué hablas.

—Mexique... —sonreía antes de darse vuelta y abrir sus piernas—. Tú...

—Me calientas más que el sol de verano, maple.

Canadá sólo solía reír después de eso, a la par que veía la camiseta de México salir volando y poco después el resto de esa ropa.

—Eres increíble.

—Tú eres tan sexy, mi amor. Ya siento mi verga dura por partirte el cu...

—¡Mexique!