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—Mexique... ¿Por qué tienes un listón rojo en tu... —señaló la mano de México—, en tus dedos?

—Porque son tu regalo.

—¿Eh?

—Con estos tres dedos te voy a llevar al cielo, güerito.


Canadá se sonrojó, porque entendió a lo México que se refería. Pero quiso seguirle el juego. Aunque le costara un poco. Tenía que hacerlo para demostrarle que no era el único que podía jugar.


—Preferiría que el listón estuviera en otro lado... En tu verga, por ejemplo.


México estalló en carcajadas, porque era de las pocas veces que su maplecito usaba palabras "fuertes".

Lo adoraba.

Y adoraba más que fingiera ese porte inmutable cuando seguramente estaba que se moría de vergüenza por dentro.


—¿Quieres ponerlo ahí? —México movió su pelvis sugestivamente.

—¡No puedo con esto! —Canadá no lo soportó más y huyó.

—Vuelve, maple. Me encanta que intentes ser vulgar —gruñó levemente.

—Necesito aire y agua.

—Yo te puedo dar de mi lechita.

—¡Mexique!

—Ven y bebe de mi fuente, mi vida.

—¡Esto es vergonzoso!

—¡Vergüenza que tu trasero no tenga marcadas mis manos, maple!


Canadá no podía con tanto, se iba a desmayar o a excitar, y eso no era bueno. Iba a huir. Aunque sabía que lo iban a atrapar después.

Chiquis [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora