Chiquis [México x Canadá]

126.

#Padres

México persiguió a Canadá con entusiasmo, él solo, sintiéndose un ninja... o un narco que iba a hacer sus negocios sucios con la banda enemiga.

La cosa era que la adrenalina estaba en sus venas, sus ansias apenas lo dejaban respirar, y, su felicidad al hallar a su maplecito en el que suponía el lugar de reunión, fue inimaginable.

—¿CIA?

Susurró al diferenciar a aquella organización, quien con un gesto saludó a Canadá, para después ver cómo el canadiense revolvía el cabello de CIA y lo trataba como a un niño. Cada vez las cosas se ponían más intensas, y faltaba lo mejor.

—¡Mami!

—¿Mami? —se mofó CIA.

—Hub —pero Canadá ignoró a su sobrino, para centrarse en su hijo—, dime que estás bien.

Canadá abrazó fuertemente a su hijo, escondiéndolo en su pecho, acariciando el cabello de este, suspirando al escucharlo quejarse mientras murmuraba decenas de explicaciones.

Pero a Canadá nada más le importaba, solo quería que su hijo estuviera bien, sano, sin problemas, tan feliz como era normal.

—¿Otra denuncia de...?

—Sí —se aferró más a su padre—. ¡Pero no es mi culpa! ¡Son ellos! Fueron ellos... A veces superan mi capacidad para revisar el contenido. No fue... mi culpa.

CIA quiso burlarse, decir que el idiota de su primo se lo buscó, pero no lo hacía porque su tío estaba ahí, y sentía un cariño especial por el pelirrojo, verlo triste no era de su agrado. A veces creía que no se merecía tener un hijo como PornHub..., pero después recordaba que el otro padre era...

—Por fin —CIA suspiró, al fin terminaría con eso—. Ya llegó.

—¿Viene en un auto grande? —comentó Hub sin dejar de abrazar a su padre.

—Sí.

—¿Tiene logo del país?

—No.

—Al menos eso —suspiró aliviado.

—Él no sería tan imprudente en una situación así.

Pero Hub lo miró, CIA lo miró, y Canadá tenía que aceptar que discreción no combinaba con el padre de su hijo.

—Lo sé, pero es así.

—Ya veo de donde sacaste lo idiota —murmuró CIA mirando a su primo.

—Lo mismo digo, señor secretos sádicos.