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—Mami.

—Dime, cariño.

—¿Dónde está papi?

—Mi niña —Canadá cargó a su pequeña y le dio un besito—. Yo soy tu papá.

—Entonces... ¿dónde está mami?

—También soy tu mami.


Un besito en la mejilla de la pequeña heredera, un juego de cosquillas, una golosina como distractor, y el tema quedaba de lado. Sin respuestas.

Pero Lily necesitaba decirle eso a alguien.

Así que fingió normalidad, pero cuando salió de la cocina donde su mami preparaba un pastel, corrió con todo lo que pudo hasta el patio, se trepó sobre unas cajitas apiladas, y se asomó sobre la cerca que delimitaba su patio.


—Psss... Psss —llamó entre susurros.

—¿Qué pasó, mija?

—Mami te está negando de nuevo —rio entre dientes, divertida por todo eso—. Está muy enojado contigo.

—Ya valí verga —el tricolor se quitó el sombrero y fingió llorar—. Y ahora, ¿qué hago?

—¿Le sigo preguntando por ti?

—Eso ni se pregunta, mocosa del demonio —miró feo a su hija—, porque tuya es la culpa de que se enojara conmigo. Así que lo arreglas o te vas olvidando de las vacaciones con los abuelos.

—Qué malo eres —hizo una mueca.

—De donde habrás sacado lo desmadrosa —bufó—. Ándale, has que mi maplecito entienda que yo no perdí su palo de hockey favorito, sino que fuiste tú y tu jueguito de buscando el tesoro. ¡Córrele! Que ya se hace tarde y quiero dormir en mi casa.

—No sé si pueda, apa'.

—Puedes... o te presento a mi chancla.

—¿Y si llamo a Hub?

—No metas al niño en esto.

—Pero él siempre calma a mamá.

—Este pedo lo arreglas tú —le dio un golpe en la frente—, aprende a enfrentar tus errores.


México no podía creer que su hija fuera así de traviesa... y mentirosa.

Pero cuando todo se arreglara, la iba a corregir como era debido.

Chiquis [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora