Kara se encontraba en el Templo de Rao haciendo sus habituales rezos cuando la guardiana fue a buscarla para decirle que su madre había reunido al Consejo Supremo y quería que ella asistiera a él. Kara no dudó en dirigirse hacia la sala del Consejo, cuyos miembros ya se encontraban sentados en sus respectivos asientos de cristal, los cuales formaban un círculo alrededor de una gran hoguera.
En silencio, se dirigió a su asiento, el cual ocupó ante la mirada de su madre, Alura, quién presidía el Consejo. Esta la saludó con una inclinación de cabeza y una sonrisa, algo que Kara imitó. Luego, se volvió hacia los presentes.
– Os traigo buenas noticias, hermanos –comenzó a decir –. Metrópolis ya no es una amenaza, ni para Argo, ni para el resto del Continente.
Se oyó un murmullo entre los miembros del Consejo. Alura, mientras, miró a su hija, quién sonrió. Aunque, su sonrisa era bastante forzada. Le alegraba aquella noticia, pero le hubiera gustado haber formado parte de aquello.
– El rey Lex ha caído –continuó Alura –. La alianza que mi sobrino, Kal-El, formó con los rebeldes metropolitanos y otros reyes humanos a dado sus frutos. Después de cinco años de guerra, Lex fue capturado y enviado a la Fortaleza de la Isla Stryker, donde permanecerá prisionero el resto de su vida como castigo por las miles de personas inocentes a las que ha asesinado en su loco plan de conquistar el mundo. Los reinos conquistados han recuperado su libertad y el Imperio Metropolitano recuperará las fronteras que tenía antes de la guerra. Así lo ha estipulado el acuerdo de paz que Kal ha firmado con el gobierno provisional de Metrópolis.
– Deberíamos castigarles –dijo uno de los miembros del Consejo bastante molesto –. Metrópolis tiene que pagar por esto. Entregar parte de su imperio o pagar con sus riquezas los costos de la guerra.
Alura negó con la cabeza.
– Jamás aceptarían. Puede que Metrópolis haya sido derrotada, pero aún sigue siendo la ciudad estado más fuerte y poderosa del Continente. Lo que pides nos abocaría a más años de guerra. Además, fueron las locuras de Lex las que han provocado esta guerra, no todo el mundo en Metrópolis estaba de acuerdo con él. Si la ciudad no se hubiera sublevado, evitando así que Lex recibiera refuerzos y suministros de la ciudad, la revuelta de Kal jamás habría triunfado.
El tipo se resignó y asintió. Los demás miembros también asintieron con excepción de una de ellos, quién permanecía muy seria. Alura pronto lo advirtió.
– Parece que esto no os agrada, Selena.
– No me malinterpretéis, mi señora. Me alegra que la guerra haya terminado y que el rey loco esté a buen recaudo. Sin embargo, me preocupa más lo que vendrá después. Ya he comentado aquí otras veces mis dudas sobre la eficacia de esta estrategia de ayudar a los humanos. Lo que ha ocurrido estos últimos años debería abrirnos los ojos. Lex no ha sido el primero y no será el último. Los humanos son débiles y solo buscan riquezas y poder. Debemos controlarlos, no servirles, como estamos haciendo.
Alura la miró desafiante.
– Ya hemos hablado de esto otras veces, Selena. Fuimos los amos del mundo una vez, los humanos eran quienes nos servían a nosotros y hasta nos adoraban como a dioses. Pero el poder también nos corrompió, de la misma forma que hizo con Lex, y eso casi provoca la extinción de nuestro pueblo. Esta ciudad es lo único que queda de lo que antaño fue el imperio más grande, poderoso y avanzado que el mundo jamás ha conocido. Cuando Jor-El me confió su gobierno antes de morir, juré que no volveríamos a cometer los errores que cometieron nuestros antepasados.
– Y eso implica convertirnos en siervos de los humanos.
Alura volvió a negar con la cabeza.
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RESURGENCE
FanfictionLa ciudad de Argo es lo único que queda de una poderosa y avanzada civilización que dominó el mundo hasta que un cataclismo destruyó la capital de su imperio, Krypton. Ahora, los kryptonianos se dedican a ayudar a los reinos humanos para ir por el b...