3. ¿Secreto?

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Demian.

Quede impactado con lo que me dijo, no supe cómo reaccionar, y me congele en el tiempo y el espacio, estaba en shock no podía creer que un completo extraño me hubiera hablado así, con tanto odio, tanto desprecio y de una forma tan descarada.

Lo peor de todo es que se me ocurrieron miles de insultos y formas de responder, pero ya era demasiado tarde, ya se había marchado y no lo veía por ningún lugar.

Decidí reunirme con mis amigos en la cafetería, para poderme relajar y comer algo, ya que en la mañana no había comido nada por salir de corriendo de casa, ya que se me había hecho tarde por dormir "5 minutos" más.

Al llegar a la cafetería, me encontré a los chicos y fuimos a comprar la comida, vi como Kaleb se acercaba al estacionamiento para subir en una BMW último modelo y salir de la universidad.

Ese chico me intrigaba, era tan... ¿Como decirlo? ¿raro? Bueno no importa, me toca pensar en mi futuro y en lo que quiero en él y esta oportunidad que me ofrecía el decano no la podía desperdiciar.

—Tierra llamando a Demian, tierra llamando a Demian —sonaba la voz de Luisa como dentro de una cueva— Hey D, ¡despierta!

Justo en ese instante recibí un manotazo en el cuello por parte de Matías.

—Que despiertes!!! —casi gritó en mi oído— ¿En qué estás pensando, que no respondías?

—Auch, Matías ese me dolió —Me quejé de forma infantil haciendo un puchero—, estaba pensando en lo que me ha dicho el decano.

—Era la idea, que te doliera, Lu te ha estado llamando desde hace rato —me recriminó Matías— ¿Qué quieres comer? ¿Sigues dándole vueltas a ese tema? ¡Sabes que una oportunidad de este tipo no se puede desperdiciar!

—Lo sé, lo sé, no me regañes mamá —y me moví del lugar justo a tiempo porque Matías me había lanzado otro golpe— y... ¡quiero pasta! Hace muchos días que no cómo.

—Pero si ayer comimos pasta en mi casa, mientras veíamos nuestro horario —dijo Carlos, acusándome frente a los otros.

—Oye eso fue ayer, no he comido pasta desde hace muchas horas —me defendí.

—Te compro la pasta, pero si también te comes una ensalada y vamos al gimnasio después de clases —dijo Ámbar intentando sobornarme— estás un poquito gordo y así no te va a querer ningún tipo.

—Hey eso no es justo, estoy en forma y no me disgusta mi cuerpo, me encanta como soy y eso es lo importante y si algún chico quiere tenerme en su vida me tendrá que aceptar como soy —dije con tono ofendido —pero acepto la oferta, recibiré las pastas y la ensalada e iremos al gimnasio 30 minutos.

—Una hora y trato hecho —ofreció Ámbar.

—Trato hecho!! —y estiré mi mano para cerrar el trato.

Aún recuerdo cuando ella se dio cuenta de mi secreto, por llamarlo de alguna forma. Ámbar fue la primera persona en enterarse de que soy gay, se lo confesé una noche que habíamos salido a un bar a tomar algunos tragos, luego de los exámenes finales en el segundo semestre, estábamos tomando y bailando muy animados, tanto que Ámbar levantaba los brazos y se movía de una forma muy sensual para todos. Estábamos bailando un disco lento y ella se acercó a darme un beso y yo la rechacé de forma muy poco elegante, ella se separó de mí e intentó irse corriendo, alcancé a tomarla del brazo y le pedí que habláramos fuera del bar para que me pudiera entender bien.

Ella aceptó de muy mala gana y en sus ojos se veían esas ganas de salir huyendo de allí, sus ojos parecían líquidos y se estaban derramando por una de sus mejillas, intente acercarme para limpiar esa lágrima vagabunda, pero ella me dio un manotazo y se separó de mí, como si tuviera la peste,

—¿Qué quieres? —me increpó grosera— ¿No te cansaste de insultarme?

—Para, no es lo que piensas —empecé a decir— no es lo que estás pensando. Eres una mujer muy hermosa y además de eso tienes una personalidad increíble, cualquier hombre quisiera estar en mi posición, pero...

—Pero ¿qué? ¿no te gusto? —decía Ámbar un poco ofendida— muy bonitas palabras, pero si me vas a salir con el famoso "no soy yo que eres tú", es mejor que te ahorres las palabras.

—Si y no —comencé en un susurro— lo que pasa es que...

—Es que, ¿qué? Demian habla de una puta vez o me largo de aquí y te olvidas de mi para siempre —amenazó Ámbar.

—Para, esto es difícil para mí, nunca se lo he dicho a nadie más —y era cierto en parte, los únicos que sabían sobre mi orientación sexual eran mis padres, mis hermanos y el abuelo—, lo que pasa es que, es que, ¡¡¡soy gay!!!

—¿Qué? —gritó Ámbar, mientras yo intentaba taparle la boca—, es que crees que soy tonta, que nací anoche o es que crees que soy ciega, inventate algo mejor porqué ese cuento no te lo cree nadie.

—No es ningún cuento, ni una mentira, tampoco una excusa Am —trataba de que me entendiera—, es la verdad, desde niño sé que no me atraen las niñas, pero los niños me ponen a mil.

—Estás mintiendo —dijo ella indignada.

—¿Cómo hago para que me creas? —pregunté confundido.

—A menos de que encontremos a un hombre y te veo enredarte con él, no te voy a creer —dijo ella.

—¡Estás completamente loca! —exclamé sorprendido.

—¿Entonces cómo quieres que te crea?

Me puse a pensar en que soluciones tenía a mi mano para poder convencer a mi amiga despechada, rechazada y con el corazón roto de que yo era completa e irremediablemente homosexual.

—Muéstrame tu teléfono —pidió ella.

—¿Para qué quieres mi teléfono? —ella iba a mil kilómetros por hora y no entendía su razonamiento.

—Solo dámelo —exigió ella.

Tenía muchas dudas de lo que podría suceder si ella miraba mi teléfono, en ese aparato había muchas cosas que no quería que ella viera. En ese momento estaba hablando con alguien y estábamos en la etapa de estarnos enviando fotos nuestras desnudos, además, había algunas páginas en las que veía ciertos videos y en la galería había algunas fotos de otros chicos.

Esto iba a ser bastante traumate y vergonzoso para mí y por las expresiones que veía en su rostro ella lo estaba disfrutando mucho más que yo, le di la espalda y me alejé unos pasos de ella para no tener que ver mi pronta humillación.

—¡No me lo puede creer! ¡Demian Rodríguez es gay!, ¡Eres gay! —gritó ella— y todas las chicas de la U andando detrás de ti —comenzó a decir— aún no me lo creo, tendrás que demostrarlo, para poder creerte.

—¿Demostrártelo? ¿Cómo?

—Ya se me ocurrirá algo. Por ahora debes de comprar otra botella de tequila por haberme rechazado, vamos regresemos a la mesa.

—¡Vale! —me quejé— por ahora solo obtendrás tu maldita botella de tequila —me quejé—, en realidad no comprendo cómo te puede gustar, sabe asqueroso.

—Ahora solo por eso te tendrás que tomar un trago triple de tequila —me amenazó— Aprenderás que no te puedes meter con el santo tequila.

Y me tomó de la mano, para llevarme otra vez hasta la mesa en la que estaban el resto de mis amigos. Ella me miraba con sospecha, pero yo no le prestaba nada de atención.

Esa noche estuvimos bailando hasta que cerraron la discoteca, Ámbar me obligó a tomar mucho tequila y cuando ya estuve borracho pidió un taxi para llevarme a casa de mis padres, y me dejó en la cama, solo con mi ropa interior puesta.

Nunca tuve que probar mi sexualidad frente a ella,aún, espero que se le haya olvidado después de haber pasado 4 años desde esanoche. Am fue la primera en conocer mi "horrible secreto", bueno así lollamaba el descerebrado de mi abuelo, después de Ámbar lo supieron mis otrosamigos y el apoyo de ellos fue total, nunca me sentí rechazado por ninguno deellos, incluso varias veces, las chicas me han ayudado a conseguir citas con chicosde la facultad o de otras, chicos guapos que es una gran mejora en toda mihistoria sentimental con hombres durante toda mi vida.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora