51. Malas noticias.

45 9 8
                                    


Dos o tres días después de la fiesta de cumpleaños tuve una cita con mí psicólogo, así que después de haber despertado desnuda en la cama de Bershka y haber pasado una de las mejores noches de mi vida, era hora de contarle a mi doctor todo lo que había estado sucediendo en todas estas semanas.

Mi psicólogo me inspira mucha confianza, confianza de verdad; sé que es mi mamá quien le paga por su consulta y mis visitas, pero siento qué de cierto modo, él me tiene algún tipo de lealtad —en realidad, espero que sea así— y que de nuestras charlas y conversaciones no le informa a ella.

Él es un hombre joven y carismático y siempre va muy bien organizado, con ropa de moda y de marca fina, peinado muy juvenil, resumiendo es alguien que le gusta conectar con las demás personas y esa conexión comienza con la primera imagen que da al ser presentados.

En esta visita tenía que contar muchas cosas, Bershka y lo que estoy empezando a sentir por ella, la muerte de mi tío, que aun no se como tomarla, debería de doler, pero no lo conocí muy bien, mi padre y él nunca tuvieron muy buena relación.

Su relación se deterioró por una pelea familiar cuando eran más jóvenes, algo relacionado con el negocio de su padre y la posibilidad de que uno de los dos siguiera dirigiendo el negocio familiar tras el retiro de mí abuelo.

En ese tiempo mi padre estaba estudiando administración de empresas y era el orgullo del abuelo, por el contrario, mi tío era una decepción para toda la familia, aunque delante de todos se comportaba como un santo.

Mi abuelo se retiró de la dirección de la compañía, luego de que mi padre se hubiera graduado de su carrera universitaria y fue el encargado de continuar con el negocio familiar, mi tío se enfureció y juró vengarse de mi padre por haber sido humillado delante de toda la familia y amigos, incluso delante de toda la comunidad pujante de la ciudad.

Mi tío se fue a vivir a otra ciudad del país y lo dejé de ver, aunque, de vez en cuando aparecía por casa "para enterarse" de las novedades de la familia, luego volvía a desaparecer.

La última vez que supe algo de él, fue el día en que mi padre y mis hermanos fueron asesinados, por el cartel en Medellín, en una conversación que se supone no debí de haber oído y que estaba guardada en lo más recóndito de mi cerebro, hasta que escuché a mi madre hablar por teléfono el día de su cumpleaños.

Ese día los recuerdos de acontecimientos que creía que habían sido un sueño o imaginaciones mías, saltaron por el borde la presa en donde se suponía que estaban ocultos y me llenaron con todas las imágenes de esas épocas en las que mi vida era un caos, aun lo sigue siendo, pero supongo que el caos actual ya está un poco más controlado que en aquellos años.

Tenía que desahogar todos estos pensamientos con él, para que me diera una via de escape a todo eso que me atormenta; no es que mi psicólogo me vaya a dar la solución mágica para todos mis problemas, pero por lo menos hablándolos con él se sienten menos intensos, menos difíciles, más llevaderos y a fin de cuentas para eso es para lo que se le paga las consultas.

Estaba terminando de vestirme, no hacia mucho tiempo había salido de la ducha y me estaba preparando para salir rumbo al consultorio de mi psicólogo y mi teléfono comenzó a sonar, al mirar la pantalla el nombre de Bershka parpadeaba en la pantalla, decidí responder la llamada para saber que era lo que quería.

—Hola —contesté.

—Hola preciosa —respondió ella— ¿cómo estás?

—Realmente me siento muy bien —al girar me miré en el espejo y tenía una sonrisa estúpida en mi rostro— ¿Tu? ¿Cómo estás?

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora