66. Consejos de mamá.

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Kaleb.

—Kaleb, quiero que me beses —pidió él.

—¿Estás seguro? —yo estaba más que encantado de que por fin Demian me pidiera que lo besara—. Estoy más que dispuesto.

—Deja de hablar y bésame, idiota —típico en él, pedir algo lindo y terminar con un insulto.

Sin perder más tiempo acorté los pocos pasos que me separaban de él, sus lindos labios me tenían hipnotizado, verlos era como ver el pastel mas suculento que ninguna pastelería puede ofrecer; rodeé su cintura con mis dos brazos impidiendo que se alejara, el coloco sus manos alrededor de mi cuello, acerqué mi rostro a su cuello y el olor del perfume que estaba usando inundo mis fosas nasales y ese aroma me transportó a otro mundo, me embriagó y provocó que mi amigo se despertara debajo de mi pantalón, me fui acercando a sus labios y cuando estaba a punto de besarlo un golpe en el rostro me sacó de mi sueño.

—Papi, ya es hora de que te levantes —dijo Roxana en mi oído, y cuando digo que dijo es por hacerlo sonar suave, ella simplemente gritó y tardé varios minutos en recobrar algo de mi capacidad auditiva.

—Hija, aun es muy temprano —me quejé.

—No me importa —cruzó los brazos sobre el pecho e hizo un pechero, ¿Quién en su sano juicio ignoraría eso? Nadie—. Quiero que juegues conmigo.

—Mas tarde —dije y tenía la firme intención de volver a dormir para retomar mi sueño con Demian.

—No, quiero jugar ahora.

—No hagas pataletas —la regañé en tono bajo, pero ella siguió haciendo su berrinche—. ¿Quieres ser castigada?

—No papi —se dio cuenta que le estaba hablando en serio—. Es que quiero jugar contigo y ya has dormido mucho.

—Quiero seguir durmiendo, aun tengo sueño —le expliqué— y ¿si mejor vienes y te acuestas conmigo y vemos una película?

—Está bien —accedió ella y se subió a la cama para acostarse a mi lado.

Ya había perdido toda esperanza de volver a dormir y seguir soñando con él, así que mejor quise ponerle atención a mi hija y pasar tiempo de calidad con ella, ¿Quién iba a pensar que una niña de ocho años iba a ser tan demandante? La paternidad ha sido un reto para mí y más que debo hacerlo todo solo, tengo algo de ayuda aquí en casa, pero aun así ella absorbe mucha energía.

—¿Cuál quieres ver? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

—Quiero ver Frozen —respondió ella muy segura.

—Esa ya la hemos visto muchas veces —me quejé— ¿no quieres ver otra? Moana es muy linda —teniendo una hija como ella debía de estar al orden del día con las películas y canciones que estaban de moda.

—Nop, quiero ver Frozen.

—Esta bien —me rendí, encendí el televisor y busqué la película que ella pedía y me acomodé en la cama para verla juntos.

Ella se sentó cerca del borde de la cama y casi vibraba de la emoción de ver su película favorita en todo el mundo. Rox se sabía todas la canciones de la película y las cantaba completas y sin equivocarse, bueno debo de confesar que también canté algunas de ellas.

Al terminar de ver la película, nos levantamos de la cama y fuimos a la cocina a buscar algo de comer, yo no había desayuno y ya casi iba a ser mediodía y Rox tenpia un apetito voraz, se podía comer una vaca entera y aun así le quedaba apetito para comer más.

En la cocina no había nadie, María había tenido que salir de la casa para hacer unas diligencias personales, así que debí ponerme a cocinar para mi hija y para mí. Saqué del refrigerador huevos y becon además, de unas salchichas y me puse a hacer un buen desayuno casi almuerzo para ella.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora