27.1 Mal humor.

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Mat.

Desperté justo antes de que empezara la tarde del domingo y por un momento no logré ubicarme ni en el tiempo ni en el espacio. Miré a mi alrededor, pero todo lo que había en esa lujosa habitación me era desconocido, no reconocí ni un solo elemento de todo lo que había allí.

Solo hasta que pasaron unos segundos y recordé la noche anterior, logré ubicarme y tranquilizarme un poco. Estaba recostado en medio de la cama, extragrande, de mi amigo Demian, las sabanas de la cama estaban enredadas en mis pies y me cubrían la cintura.

En algún momento del día me había quitado la camisa, por lo que tenía el pecho desnudo y estando en esas condiciones debía de presentar una imagen bastante atractiva para todos los que me observaban.

Aunque solo me interesaba tener toda la atención de una sola persona, pero se hacía el difícil y no me la estaba dejando muy fácil. Pero si algo he estado seguro toda mi vida, es que lo que quiero lo consigo, nada me detiene.

Esa determinación siempre la he considerado una de mis mayores fortalezas, aunque otros lo consideren una debilidad. Siempre he luchado por lo que he querido y él no será la excepción.

Después de estirarme en la cama, me levanté y fui directo al baño. Encendí la ducha y esperé a que se calentara y mientras eso sucedía, estuve revisando las cosas que él tenía en el baño. Se suele aprender mucho de las personas, por los objetos que dejan en lugares como ese, pero además de los implementos de aseo, no tenía nada interesante.

Cuando el agua estuvo en el punto de calor que me parecía más agradable, me metí debajo de ella y disfruté del flujo de agua constante que caía por todo mi cuerpo.

Agaché la cabeza para que el agua me empapara todo el cabello y mientras caían por mi frente algunas gotas de agua, pensaba en todo lo que había sucedido en la madrugada y en lo ridículo que me sentí cuando mi inocente y querido amigo me bateo.

—Inaudito —me quejé.

Salí del cuarto de baño, y me coloqué el pantalón que llevaba la noche anterior, sin haberme puesto la ropa interior, era muy incómodo, pero se me había ocurrido dejar mi ropa interior como recuerdo para mi pequeño amigo.

Al salir de la habitación me di cuenta que yo era el único que aun permanecía en casa. El apartamento estaba impecable y sabía que Ámbar me reclamaría por eso.

Después de regresar a la habitación principal y de ordenarla lo mejor que pude, salí de su casa y me dirigí a la mía. Como era costumbre, mi madre había desaparecido y la casa estaba desierta. Me encaminé a la cocina, para comprobar que tampoco había nada preparado para comer.

—Después de tantos años y aun sigo creyendo que ella hará algo por mi —me recriminé.

Subí a mi habitación y llamé a un servicio de domicilios y ordené algo de comer. Mientras esperaba a que la comida llegara, me senté en el escritorio que había en mi habitación y abrí mi laptop.

Estuve navegando por internet, pero después de unos minutos ya estaba aburrido y volví a cerrar el aparato y lo dejé abandonado sobre el escritorio, mientras me lanzaba sobre la cama y mientras me movía como un pez fuera del agua obligué a mis pantalones a bajar por mis piernas hasta quedar desnudo de la cintura hacia abajo.

Cerré los ojos y dejé que mi mente vagara libremente. Por mi cabeza rondaba el recuerdo de tener la anatomía de Demian entre mis manos, de sentir sus delicados muslos tan cerca de los míos y la sensación de su trasero apoyado contra mi paquete. En definitiva, la situación se me había salido un poco de las manos, pero había logrado un gran avance con él. Mis manos cobraron vida y comencé a acariciar todo mi cuerpo.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora