56. Pánico.

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Luisa.

Después del horrible espectáculo en el consultorio de, salí corriendo de allí, como si el diablo se hubiera llevado mi alma, pero debí de regresar para dar la versión de los hechos frente a la policía y las demás autoridades que eran necesarias, para comenzar con la investigación de los hechos.

El asesinato era todo un misterio, Nick había atendido a otras personas antes de mi llegada a su edificio y justo antes de que yo llegara, había hablado con Claudia, para decirle que yo tenía cita y que me dejara pasar a la hora que teníamos acordada la reunión.

Desde ese punto Claudia no volvió a escuchar ningún sonido proveniente de la oficina de Nick, creyó que él estaba tomando una siesta. No era raro que tomara algún descanso entre citas, mi psicólogo aprovechaba cualquier tiempo entre ellas para poder dormir, decía que le gustaba hacer esa rutina entre citas por qué así pensaba con más claridad; siempre le dije que lo hacía así porque solamente era un perezoso

Claudia no volvió a entrar en la oficina de Nick hasta que oyó mis gritos, ella también quedó impactada por el hallazgo que habíamos hecho. Nick y ella habían sido amigos desde hacía más de cinco años y trabajaban juntos por cerca de siete años, desde que Nick estaba haciendo sus prácticas para poder graduarse como psicólogo.

Para Claudia la muerte de Nick fue un golpe brutal, aún después de unas seis o siete horas, seguía ida, atontada, en shock. Esa actitud era realmente entendible, pero yo también estaba así y creo que un poco más perturbada, la noticia de mi madre me había dejado sin un suelo firme sobre el que pararme, estaba aterrorizada, no sabía que hacer; en un solo día había perdido a las dos personas en las que más confiaba en toda mi vida.

La relación con mi madre siempre ha sido difícil, por llamarlo de alguna forma, pero sigue siendo mi madre y es la persona a la cual he acudido siempre cuando he tenido alguna duda o algún problema en mi vida cotidiana, y ella siendo una buena madre siempre me ha apoyado y escuchado.

Después de no se cuanto tiempo, la policía por fin acudió al edificio donde estaban ubicadas las oficinas de Nick, acordonaron el área y comenzaron a interrogar a todas las personas que estábamos allí. Como era de esperarse con Claudia y conmigo se demoraron mucho más tiempo, ya que nosotras fuimos las que encontramos el cadáver de mi psicólogo.

La policía no sirvió de nada, solo me quitó valioso tiempo y aumentó mis niveles de estrés hasta limites en los que nunca los había tenido. Mientras ellos se dedicaban a hacerme las mismas preguntas por tercera o cuarta vez, mi paciencia llegó a su límite y explote.

—Ya les he dicho lo mismo cuatro veces, ¿por qué no me dejan ir ya?

—Lo siento, señorita Gómez, pero aún no se puede retirar de la escena.

—¿Qué más falta? —me quejé— ya me han tomado mis huellas, tienen todos mis datos, y mi declaración, no veo que más les hace falta.

—Le vuelvo a repetir que aún no se puede retirar, debe de tener un poco más de paciencia.

—Ya no tengo paciencia —respondí casi gritando, provocando que todas las personas que había por allí se dieran la vuelta para mirarme—. Yo era paciente de Nick, hoy tenía cita con él, cuando ingresé al consultorio lo encontré a él muerto, ¿qué más quiere saber? —conforme iba hablando, iba aumentando el volumen de mi voz hasta convertirse en un grito a todo pulmón al final.

—Señorita Gómez, por favor siéntese y espere otro poco más ¿No tiene alguien a quien llamar para que la acompañe mientras tanto?

Me quedé en silencio, reflexionando si le contaba esto a uno de los chicos o a Bershka, pero al final no pude tomar el valor necesario para hacerlo. No podía decirle nada de esto a los chicos, no los quería involucrar en toda esta locura, no me lo perdonaría jamás si a alguno de ellos les pasa algo por culpa mía, por eso cuando Demian comenzó a llamar y a escribirme para que nos viéramos, entré en pánico y no supe que hacer y solamente pude apagar mi teléfono, sabía que me vendría una muy buena bronca después de esto, pero primero tenía que tranquilizarme para poder pensar en algo que hacer.

Cuando estaba a punto de entrar en un ataque de pánico, Claudia se acercó y se sentó junto a mí, se le veía muy nerviosa, tenía todo su maquillaje arruinado por el continuo torrente de lagrimas que había salido de sus ojos, desde que encontramos a Nick.

—¿Cómo estás? —pregunté, y al segundo siguiente me arrepentí de esa estúpida pregunta.

Ella simplemente levantó la cabeza y me miró fijamente, en sus profundos ojos se podía adivinar el discurrir de sus pensamientos y el dilema que tenía para contestar de buena forma a mis estúpidas preguntas.

—Con el respeto que te mereces, Luisa, pero esa pregunta es bastante tonta —contestó ella, lo más diplomática que pudo.

—Lo siento, no sé que me paso por la cabeza —me disculpé— ¿Necesitas algo?

—Irme de aquí ayudaría demasiado a mi paz mental.

—Te comprendo, estoy igual.

—Aun no creo que sea verdad —comenzó ella— teníamos muchos planes, incluso estábamos buscando otro psicólogo para hacer crecer el consultorio.

—Lo siento mucho Claudia.

—Gracias, Luisa —dijo ella—. Sabes que es lo que me parece más extraño de todo esto.

—Dime.

—La policía me pidió que revisara la oficina, para ver si faltaba algo más —explicó ella.

—¿Y? no veo lo extraño —la miré curiosa— explícame.

—Que muchos de los expedientes de los pacientes, han desaparecido y no los logro encontrar.

Un sudor frio recorrió mi espalda, como si me hubiera caído un cubo de hielo por toda la columna vertebral, iba a preguntar si me expediente aun estaba en la oficina, pero llegó un agente de policía que nos interrumpió.

—Señorita Claudia, acompáñame por favor.

—Adiós Luisa, espero puedas superar esto.

—Adiós Claudia.

Me quedé allí sentada y el miedo comenzó a inundarme, si la persona que había asesinado a Nick, se llevó mi expediente, sabrá donde vivo y lo peor es que también sabrá donde empezar a buscar a mi madre. Mi cabeza giraba a una velocidad vertiginosa y me sentía cada vez más mareada, el oxígeno comenzaba a faltarme, me frente se perló de sudor y las manos comenzaron a temblarme; intenté levantarme del lugar en el que estaba, pero justo cuando me estaba levantando mis piernas perdieron toda la fuerza y caí al suelo.

En mi mente solo giraba una idea, el asesino de Nick es la misma persona que está detrás de mi madre; al chocar con el suelo, mis ojos se terminaron de nublar y quedé inconsciente.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora