19. Carlos Pacheco

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Carlos.

—Rojillo —gritaban mis perseguidores— ven aquí rojillo, no te haremos nada que no te guste.

Corría por los pasillos de la secundaria a toda velocidad o a la que podía llegar dado mi peso corporal.

—Ven candelita esto no te va a doler —dijo otro de ellos—, bueno, no mucho.

Salí del edificio principal y me dirigí a la cancha de fútbol donde estarían algunos de mis amigos o por lo menos, más gente que podría interponerse en el camino de Luke y los suyos.

En la cancha no había nadie que me pudiera ayudar, ni siquiera el equipo de soccer estaba en su práctica. Al final de la cancha cerca al gimnasio donde hacían las practicas el equipo de porristas, se veían a varias de las chicas que salían de su entrenamiento, pero aún estaban muy lejos y Luke ya me estaba alcanzando, justo en ese instante tropecé con mis propios pies y caí al suelo.

Solté un grito, no por dolor, sino por la frustración de haber sido tan torpe y haber cometido tantos errores en un solo día. Primero: hice quedar en ridículo a Luke frente a toda la clase al corregirlo por una respuesta errónea en la clase de historia, luego tuve la maravillosa idea de ir al comedor y justo al pasar por la mesa donde se sientan ellos, tropecé con una mochila que había en el suelo y mi bandeja voló por los aires y fue a dar de lleno en la espalda de Mike, el mejor amigo de Luke, y para completar el día una de las amigas de Luke me escuchó hablando de él con mis amigos, y lo que estábamos diciendo no era demasiado halagador para nadie, así que ella, fue a contárselo a sus amigos.

—Hola Carlitos, ¿Como estas? —dijo Luke colocando un pie sobre mi espalda— ¿por fin te decidiste a esperarme para poder hablar?

—Luke lo siento, no quise hacer ni decir nada de lo que ha ocurrido hoy —supliqué con mis ojos llenos de lágrimas— por favor, perdóname, ¡no lo vuelvo a hacer lo juro!

—Por supuesto que no lo vas a volver a hacer —dijo acercando su rostro al mío— con la lección que te daremos hoy, hasta olvidarás tu nombre.

Y sin esperar nada más entre todos me arrastraron hasta debajo de las gradas de la cancha, me colgaron como si fuera un saco de boxeo y empezaron a golpearme por turnos, después de los primeros golpes mi cerebro se desconectó y ya no sentía dolor.

Luke esperaba que gritara o llorara más de lo que lo hice y se frustró al ver que ya sus golpes no tenían el efecto que quería, decidió que me humillaría más y empezó a desnudarme, dejándome solo con mi par de calcetines.

Con un marcador empezaron a escribir cosas por todo mi cuerpo hasta que no hubo un solo lugar en mi cuerpo en el cual dejar una marca. Luke y sus amigos se cansaron de torturarme, me bajaron de donde me tenían colgado y me dejaron ir con las manos atadas a mi espalda, ellos se llevaron mi ropa y la tiraron a una caneca de basura, igual ya no servía de nada, pues estaba desgarrada y hecha jirones.

Comencé a caminar a casa con lágrimas saliendo de mis ojos, justo en ese momento tocaron el timbre de fin de clases y empezaron a salir todos los chicos rumbo a sus casas. Cuando me vieron como estaba hicieron un pasillo y comenzaron a reír del estado en el que me encontraba, todos creían que era una broma fantástica.

El director de la escuela salió de su despacho y al verme como estaba, corrió a ayudarme y a colocarme su chaqueta alrededor de la cintura y me condujo con él hasta la oficina de dirección donde me hizo sentar mientras llamaba a mis padres para que vinieran a recogerme.

Al colgar la llamada me miró como si yo fuera el culpable de todo. El director sospechaba, sin aún haber dicho una sola palabra que era lo que había sucedido, no por nada su preferido era el aficionado número uno a golpear al gordo de pelo rojo de la secundaria.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora