47. Escape

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Demian.

—¿Qué tu quieres qué? —pregunté confundido.

—Lo que acabas de escuchar enano —dijo él y esbozó esa sonrisa que me encantaba tanto— Quiero que me pidas que te bese —y se mordió el labio inferior.

—Estás demasiado borracho o completamente loco —le dije— y como ya te dije es mejor que me sueltes —aunque su suave caricia en mi cadera me parecía bastante exitante.

—¡No quiero! —volvió a sonreir y sus ojos brillaron de escitación a la luz de las lamparas ubicadas en las mesitas de noche.

—Kaleb, no seas insensato —volví a insistir— lo que pides no va a ocurrir nunca.

—¿Seguro? —preguntó él— veo que observas mucho mis labios.

—Ilusiones de un borracho —repliqué, aunque ya me había descubierto.

—No sabes mentir Demian —respondió— yo sé que te gusto y eso lo demostró la actitud de tu madre hoy en la fiesta.

¡Mierda!, o es muy astuto o mi madre me delató con él, pienso que es más probable que mi madre, en medio de todas las charlas que tuvo con él mientras bailaban y se conocían, fue la culpable de haber dicho alguna palabra que le implantó la idea de que me gusta o de que siento algo por él; a Kaleb lo creo inteligente pero no tan perspicaz para llegar a esta conclusión.

—¿Qué tiene que ver mi madre en todo esto? —intenté hacerme el desentendido.

—Algo le has de haber dicho, para que ella evitara que me echaras de tu casa hoy —dijo muy convencido de sus palabras.

—Inventos y suposiciones tuyas —repliqué.

—¡Mientes! —exclamó él— tú corazón te delata.

—Suéltame ya, Kaleb —insisté una última vez— ya me estoy cansando de este estúpido juego.

—Pideme que te bese y te soltaré —ofreció él.

Me quedé en silencio y me puse a meditar en sus palabras. ¿Por qué está haciendo esto? ¿Qué quiere ganar? ¿Qué quiere probar? La última vez que estuvimos los dos en mi habitación las cosas o terminaron muy bien, no veo porqué en esta situación debería de ser diferente, además hoy él está boraccho o eso parece y eos lo hace mucho más irascible y voluble, no confio en que sepa llevar esto con calma y termineos peleandonos.

—¿Crees que soy un juguete? —le dije, y quité sus manos de mi cuerpo.

—¿Un juguete? no —respondió él, intentanto volver a tomarme por la cintura— en tal caso serías un juguete muy lindo —¿Acaso Kaleb me acaba de llamar lindo?

—No quieras distraerme —dije— y repito es mejor que te vayas de mi casa.

—Yo también repito que no quiero.

—Te vas o te ayudo a salir —advertí— es tu decisión.

—¡Hazlo! —me volvió a retar— yo de aquí no me voy a mover —y se encaminó a mi cama.

—De verdad eres un tipo bastante infantíl.

—Un infantíl que te acaba de quitar la cama —se rio de mi.

—Quedátela —le dije y me acerqué a mi armario para sacar una chaqueta— espero que pases una hermosa noche —y me dirigí a la puerta de mi habitación para irme.

Kaleb se paró inmediatamente de mi cama y corrió hasta donde estaba yo a punto de abrir la puerta y salir de ese lugar, me tomó de la cintura y me cargó sobre su hombro como si fuera una almohada de plumas, para luego lanzarme sobre mi cama y subirse después sobre mi y apricionar mis manos contra mi cuerpo e impedir que me mueva y escape de su agarre.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora