26. Me gustas

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Ámbar.

Un sonido penetrante e intenso martilleaba en mi cabeza. Estaba dormida y estaba soñando, o eso pensaba. En mi sueño no había luz, todo estaba oscuro, pero desde algún lugar, que parecían ser todos, un sonido penetrante se hacía escuchar.

Movía las manos en todas la direcciones, pero no encontraba nada solido a lo que aferrarme, y que me sirviera de guia para salir de ese oscuro lugar. Mientras que el sonido, cada vez se volvía mas intenso, insistente y molesto.

Me estaba desesperando y movía mis manos con fuerza en todas las direcciones, hasta que de un golpe sentí algo suave, me aferré a eso con todas mis fuerzas, pero en el momento en que ese "objeto" también comenzó a moverse, no pude decidir si seguir aferrada allí o soltarlo definitivamente y perderme en la oscuridad.

Antes de que una respuesta se formara en mi subconsciente, sentí un golpe en la mano y luna voz que decía que le estaba haciendo daño. ¿Cómo era posible que un objeto tuviera voz?

Apreté un poco más y como respuesta recibí un golpe en el estómago, tan fuerte, que me hizo abrir los ojos de golpe. Miré en todas las direcciones y no reconocía el lugar en el que me encontraba. Miré mi mano y en ella se encontraba un brazo de piel bronceada y un poco mas grande que mi mano, seguí con mi mirada el brazo hasta su nacimiento y me encontré con la mirada enojada de mi mejor amiga.

—¿Te molestaría soltarme el brazo? —preguntó con calma.

Aun no terminaba de salir de mi sueño y no entendía lo que mi amiga me decía. Según yo, estaba tomando con mis manos algún objeto de una pared o algo por el estilo, pero no comprendía por que ese mismo objeto me golpeaba y me hablaba.

Apreté un poco más fuerte lo que tenía en la mano, pero Luisa me golpeó mucho más fuerte que antes. justo en ese momento desperté y me di cuenta de que tenía el brazo de mi mejor amiga entre mis manos y que ya se estaba poniendo colorado por la falta de circulación.

—¿Qué pasa contigo? —habló de mal humor Luisa.

—Lo siento —intenté disculparme—. Creo que tenía un mal sueño.

Ella simplemente me volvió a mirar mal, se giró en la cama y cubrió con la manta toda su cabeza, ni siquiera había dejado algo de su cuerpo por fuera de la manta, y la apretaba de tal forma que parecía que lo tomaba como un escudo contra mí.

Giré en la cama y busqué en la mesita de noche, mi teléfono para poder mirar la hora. Eran cerca de las nueve de la mañana y el tono de llamada de mi celular no deja de sonar. Luisa que se encontraba de mal humor por el incidente de hace un momento, sacó uno de sus brazos de debajo de su manta protectora y me pegó un codazo en el costado. Era obvio que el sonido del aparato le estaba terminando de sacar de sus papeles.

—¡Quiero seguir durmiendo! —se quejó ella—. Ve a contestar afuera o apaga ese estúpido celular —ordenó ella casi de un grito.

Presioné el botón de volumen del aparato y eso dejó la llamada en silencio. Me levanté de la cama y salí del cuarto para contestar. Al cerrar la puerta presioné el botón de contestar, pero la llamada ya había terminado.

Estaba cansada, no había dormido bien, la pesadilla me dejó exhausta y el apartamento estaba hecho un desastre. Afortunadamente contaba con la ayuda de todos y el lugar estaría reluciente en poco tiempo.

Caminé hasta la sala de estar, aun con el teléfono en la mano. Al mirarlo me di cuenta que el número de teléfono que me había llamado, no lo tenía registrado en la agenda de contactos del aparato; también recordé que justo antes de acostarme a dormir había desconectado el internet.

Me and My Broken Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora