Capítulo 22 [Parte 3]

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Capítulo 22. [Parte 3]

Los corazones se agotan.

-¿Segura que puedes ir sola? -preguntó Louis por la ventanilla del taxi que aguardaba por llevar a la chica su casa.

-Sí, si... no te preocupes, estaré bien -se limpió las lágrimas y sonrió agradeciéndole- y Louis... perdona...

El auto arranco dejando a Louis con las palabras en la boca y la mente confundida, pero no espero más porque el frio le revoloteo al rededor del cabello despeinándolo un poco y provocándole piel de gallina.

Volvió al auto luchando contra el frio viento de invierno y se protegió de este en la poca calidez que se sentía allí dentro. Miró a los asientos traseros donde el cuerpecito de Harry ocupando ambos asientos estaba cubierto con el abrigo de Louis. Los parpados un poco apretados revelaban que ni siquiera en sueños Harry estaba a salvo.

Louis arrugo la frente y encendió el motor que rugió al instante.

La calefacción del viejo auto era inservible al igual que el reproductor de CDs que Louis había querido instalarle a aquella "antigüedad"; el auto había pertenecido al abuelo de un amigo y ciertamente ya tenía sus años, aunque tampoco estaba maltratado ni causaba vergüenzas.

Salió del lugar y se volvió a las luces que iluminaban los cristales al pasar por la ciudad, observando a las personas cargando bolsas y riendo entre ellas.

Suspiro, cumpliría 19 en dos días, pero no tenía nada que festejar. Solo bastaba ver la clase de persona en la que se había convertido para comprobarlo.

La idea de llevar a Harry a su casa era la mejor y más apropiada, pero Louis quiso ser egoísta ignorando eso y llevarlo a su propia casa.

Hacía poco que su madre había viajado a Doncaster para resolver algún tipo de conflicto con su padre, y de ese tiempo para acá había estado viviendo solo con la compañía de Sofía, pero desde que todo eso había iniciado, ambos chicos procuraban no mirarse, no tocarse y no dirigirse la palabra.

Y así mucho mejor, pensó Louis, así no podría lastimarla.

Esta noche había salido de casa para enfrentarse a Andrew y había terminado cargando en sus brazos a la persona que más amaba.

Abrió la puerta del lado izquierdo y con cuidado sostuvo a Harry entre sus brazos, cargándolo como si fuera un bebe y acunando en su pecho. Al fin los sueños del chico parecían más tranquilos por la forma en que su respiración combinaba.

Louis cerró la puerta y se las arregló para entrar en su casa y prender algunas luces.

Serían las 10 u 11 de la noche y Sofí aún no había llegado, y Louis cargando a Harry se apresuró a subir las escaleras con mucho cuidado de no hacer movimientos bruscos que pudieran despertar al ruloso.

Miró con ternura aquel rostro tan familiar que por años había sido su compañero y por cosas torpes y sin sentido había dejado en el pasado. Lo pego más a su pecho como evitando psicológicamente perderlo.

En su habitación todo era un desastre, había ropa tirada, envolturas de comida, restos del almuerzo, platos y cubiertos, y sobre todo, ese enfermizo y agobiante aroma tan toxico característico de las drogas.

Louis arrugo la nariz y con su pie hizo un huequito entre las cobijas desordenadas de su cama, donde con sumo cuidado acostó a su Hazza bear y sonrió de oreja a oreja al llegarle a la mente aquel apodo tan bello.

Lo acobijo y se encargó de tirar las cosas que cubrían la cama al suelo, recogió torpemente algunas cosas y abrió un poco la ventana, lo suficiente como para que el aire ventilará los horribles aromas de muerte, y lo suficientemente poco para que el frio no llenase la habitación.

Se sintió mal por ofrecerle solo aquel triste espació en su sucia cama.

Pero, tratando de olvidarse de lo que de verdad era, fingió ser aquel chico de hace ya casi tres meses, que vestía a rayas y fingía amar más que a nadie en el mundo a las zanahorias. Rebusco un poco entre la ropa tirada y encontró su pijama de conejitos (la cual le quedaba un poco chica al habérsela regalado cuando tenía 16) por un momento se le cruzó por la mente vestir al ruloso con ella pero en su imaginación se encontró a si mismo viendo el pánico en los ojos de Harry al sentir las manos de Louis desnudarlo, desechó la idea y solo se puso un pantalón de pans que estaba tirado del otro lado de la habitación.

Arrugo la frente al ver su pieza y se dispuso a volverla un poco más decente, guardando poleras en los cajones del buró, tomando ropa sucia y echándola en la canasta donde iba esta y bajando a llevar los trastos sucios a su lugar.

Volvió y se le encogió el corazón al ver a Harry acurrucadito entre sus sabanas. Se acercó a él con cuidado y lo miró desde arriba.

¿De verdad había sido capaz de lastimar semejante cosita? Debía ser un monstruo.

Si alguna vez amo a alguien, el sentimiento que sintió seguramente no se le compararía con lo que estaba sintiendo ahora.

Esa necesidad de protegerlo, de cuidarlo, de tomar su mano y prometerle el mundo, de asegurarle que todo estaría bien, esa necesidad y ese cuidado de decirle "te amo". Esa necesidad de quererlo como nunca había querido a nadie.

De tenerlo junto a él.

Por un momento estuvo a punto de acostarse junto a él, pero luego pensó en las probables consecuencias de ello y no lo hizo.

Tomó una manta y una almohada y las acomodo en el piso, recostándose sobre ellas a pesar del frio que sentía y del enorme hueco en su pecho que deseaba ser llenado por Harry.

Cuando alguien se va  |Larry & Ziall| {LCFNL2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora