Entre cuatro paredes

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Amelia se encuentra recostada en su cama mientras en su celular se reproduce Right Now de One Direction una de sus canciones favoritas. Ella forma parte del grupo de personas que aún mantiene la fe en que algún día volverán.

Ha pasado un tiempo desde que no ha abandonado su habitación ni mucho menos se ha interesado en salir de casa. El cambio de país resultó ser mucho más complejo de lo que creía. Pese a que maneja el idioma, le resulta difícil hablar con otras personas, y es que además de esperanzadora es muy tímida.

Con sus audífonos puestos y la canción a todo volumen se hunde en sus pensamientos llegando a tal punto de exteriorizar la conversación.

Right now I wish you were here with me, cause right now everything is new to me —Su voz mientras canta la canción comienza a sobreponerse del silencio.— Dios, esto sí que es real. Quizás estando aquí encuentre un novio a quien pueda dedicarle estas canciones... cuando me decida por salir de casa.

—Estas loca —Maura entra en la habitación.

—¿Sabes que para entrar a una habitación debes tocar la puerta? —Amelia retira sus audífonos bruscamente y le envía una mírada fugaz a su hermana mayor que se ha decidido por invadir su espacio.

—La verdad es que sí, pero tengo la autoridad de entrar en tu pieza sin tener que hacer eso. Por lo demás, tienes la puerta abierta.

—¿Qué quieres? —pregunta con un tono amargo.

—Mamá me mandó a ver si estabas bien, como nunca sales de aquí.

—Si, estoy mejor que nunca —responde con un deje claro de sorna. 

—Muy bien, entonces sal y demuéstrale eso a mamá.

—Bien.

Maura sale de la habitación cantando Right now i wish... Amelia se ríe porque sabe que en el fondo a su hermana le gusta One Direction, tanto como ella, y que, esa excusa que usa al decir que solo la acompañó al concierto cuando vivían en _________ porque ella era pequeña para ir sola no es tan cierta después de todo. A pesar de lo molestosa que puede ser Maura cree que esta vez tiene razón y se ha vuelto aburrida desde que se mudaron. Amelia se queda pensando mucho en esto último, por lo que decide cambiar las cosas. Se levanta de su cama, baja al primer piso y va a la sala de estar de su casa donde se encuentra su madre Lissett.

—Hola mamá —Deposita un beso en su mejilla con cariño.

—Apareciste —comenta su madre con algo de asombro.

—Sí.

Amelia se pasea hasta llegar a su sillón favorito y se recuesta en el.

—¿Qué pasa hija? —pregunta ante la aparición repentina de su hija. Ella más que nadie sabe lo que le ha costado establecerse y sociabilizar, lo que hace extraño que por voluntad propia haya decidido abandonar su cuarto. 

—Nada —responde confundida.—¿No eras tú quien me llamaba? Maura dijo que querías saber si estaba bien, y quería enseñarte que sí lo estoy.

—Yo no le dije nada a tu hermana. Aunque logró que salieras de tu habitación, así que de cierta manera me alegro que haya decidido gastarte una broma.

Amelia suelta un par de grosería mentales dirigidas a su hermana. Espera con entusiasmo que las reciba mediante telepatía.

—¡MAURA! —grita enérgicamente.

—No sacas nada amor, tú hermana salió.

—¿Qué? ¿Otra vez? —vuelve la vista hacia su madre interesada en lo que acaba de comentar. A diferencia de ella, su hermana no ha perdido el tiempo. 

Cuando nuestros caminos se cruzan // Harrison OsterfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora