Impulso

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Amelia

Han pasado 3 días desde que volví a casa. Me ha costado convencer a mis padres y a Maura para que no le comenten a Harrison que volví, pero, de momento ha resultado bien.

Hoy debo ir al hospital, para ver qué resultados ha tenido la terapia y resolver otros pequeños asuntos. Trevor se ha ofrecido a llevarme, ya que, Leo no puede.

Bajo a tomar desayuno. Mi madre se encuentra sentada comiendo, al verme fija su mirada en mí.

-¿Quién te lleva?

-Trevor.

-Les hizo bien ese viaje a ustedes dos por lo que veo -ríe-. sabía que terminarían llevandose bien.

-Ha sido un gran apoyo -me encojo de hombros-. pero, no se me olvida cómo partió todo con él.

-Ay hija -suspira-. ¿Qué hay de Leo?, pensé que él te acompañaría.

-No podía, dijo que tenía un tema importante por resolver.

-Ya veo... -asiente-. sientate a comer, o te vas a atrasar.

-Eso haré -sonrío-

Harrison

5 días van sin tener respuesta de Amelia. Lo último que supe es que sigue en Brighton con Trevor.

He logrado sentirme mejor, y no cargar con tanta culpa, pero, la extraño, la extraño mucho. De pasar casi todos los días juntos y hablar 24/7, hemos pasado a absolutamente nada.

Mi móvil suena, lo tomo para ver de qué se trata.

¿Me abres? estoy afuera.

Me pongo de pie, salgo de mi habitación para dirigirme a la entrada. Una vez allí, abro la puerta.

-¿Qué haces aquí?

-Necesito hablar contigo -responde Leo-

-¿Sabes algo de Amelia? ¿Le pasó algo? -pregunto preocupado-

-Sí -responde-. y no, no le ha pasado nada.

-Pasa -señalo el pasillo de casa-

Leonardo entra, y yo entro detrás de él cerrando la puerta de la entrada.

-Ven.

Leonardo asiente y me sigue. En sus manos lleva el casco de su moto, el cual deja en el escritorio que tengo en mi habitación. Tomo asiento en la orilla de mi cama, y él toma asiento en la silla del escritorio, quedando frente a mí.

-Dime -apoyo mis brazos en mis piernas y junto mis manos nervioso-

-Bien, probablemente Amelia me mate por hacer esto, pero, sé que terminará agradeciendome -dice-. ella ya no está en la playa con Trevor, volvió hace unos días.

-Oh -susurro-

-Vine a decirtelo, porque sé que ha estado ignorandote -me mira-. y como se lo dije a ella, creo que ustedes se deben una conversación.

-No quiere hablar conmigo Leo, con esto sólo me lo has confirmado.

-Ambos la conocemos -dice-. sabes que sólo se está escondiendo.

-Esté escondiendose o no, yo no puedo hacer nada -resoplo frustrado-. Maura me dijo que le diera tiempo, y eso es lo que haré. Cuando ella quiera, hablaremos.

-Extraño verlos juntos -dice melancolico-. que salieramos, y esas cosas, cinco días es demasiado sin ustedes.

-Y yo la extraño a ella -suspiro-. pero, no quiero hacerle más daño.

Leonardo se pone de pie, acercándose a mí. Posa su mano en mi hombro.

-Todo se va a arreglar -sonríe-. ya verás, sino juro que los agarro a los dos de las orejas y me encargo de juntarlos.

Sonrío a medias. Ya quisiera yo que todo se arreglara rápido, pero, prometí no presionar nada. Amelia necesita su espacio, y no me queda de otra que respetarlo, aunque estar alejado de ella duela.

Amelia

-Tendrás que tomar estos medicamentos ahora -indica el doctor-. si siguen los dolores o las convulsiones, tendremos que ver otras alternativas.

-La terapia va bien, pero, debes aumentar las caminatas -agrega Nick-. para evitar esos hormigueos en tus piernas.

-Quizás sea bueno volver a aumentar las sesiones por semana -dice el doctor mirando a Nick-

Nick asiente, mientras traspasa unas hojas con mis antecedentes.

-Serán cinco a la semana -sentencia del doctor-

Por dentro estoy lamentandome con todo esto. Honestamente, ya no quiero pisar más este lugar, pero, no hay opción.

-Entendido -respondo-

-Bien Amelia, Nick se encargará de pasarte los documentos necesarios más la receta de los medicamentos -tiene su mano y yo la aprieto ligeramente-. que tengas un buen día, nos vemos.

-Gracias doctor, nos vemos -sonrío-

El doctor abandona la habitación, y Nick sonríe de forma burlesca.

-Veo que te fascina la idea de vernos por más días -dice con sarcasmo-

-Pensé que tenía avances, y podría librarme de ti -bromeo-. pero, me equivoqué.

-Te equivocas señorita, mira que soy yo quien tiene soportarte a ti -ríe-. bien, nos vemos mañana -me entrega los papeles-. cuídate, y mueve más esas piernas.

-Lo haré -ruedo los ojos-

Bajo de la camilla en la que estaba sentada, y salgo de la habitación. Camino por los pasillos hasta llegar a las sillas en las que suelen esperarme. Allí está Trevor.

-¿Cómo te fue? -pregunta curioso-

-Aumentaron mis sesiones, pero, por lo del hormigueo -explico-

-Ah -dice-. comprendo.

-¿Puedes llevarme a la casa de Tom? -suelto de imprevisto-

-¿Qué? -abre los ojos como platos-

-Eso.

-¿Estas segura?

-Sí -asiento-

-¿Muy?

-No, pero, por favor.

-Bien, vamos.

____

Trevor me deja a unas cuadras. Insistía en esperarme, pero, logré convencerlo para que se fuera, no sabía cuánto tardaría aquí.

En la sesión estuve hablando con Nick sobre Harrison, sí, lo ocupé como mi psicólogo, y es que es la única persona imparcial frente a la situación.

Camino recordando sus consejos, armandome de valor para tocar esa puerta. Una vez frente ella, me paralizo. Realizo ejercicios de respiración durante unos minutos, malditos impulsos. Me dispongo a golpear, sin embargo, antes de realizar la acción, esta se abre. Mierda.

-Amelia -sonríe Tom-. tanto tiempo, ¿qué...

-¿Está Harrison? -suelto nerviosa, interrumpiéndolo-

En eso, su cuerpo aparece por la puerta, venía con una sonrisa en su rostro, pero, en cuento me ve, se desvanece y su piel se torna pálida.

-¿Amelia?




Cuando nuestros caminos se cruzan // Harrison OsterfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora