Que fastidio

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Amelia

Luego de comer y una gran charla con su mamá prometiendo que no volverá a comportarse de esa manera con su hermana, abandono el comedor para dirigirse a su habitación.

—¿Qué haces aquí? —sonríe a Maia que estaba acostada en su cama y se acerca para hacerle cariño.— Las cosas no podían complicarse más, ese aquel vecino que hablaba mamá para que fuera mi amigo es un menudo idiota y entrometido —le comenta a su mascota quien la mira extrañada.— Se que no debería haber reaccionado así, pero es que ¿Quién se cree que es? No me conoce —su tono comienza a tornarse oscuro y plasmado en rabia.— Me alegro de que a ti no te pasen estas cosas —continúa acariciandola.

Mientras descargaba su rabia con su mascota, su teléfono comienza a sonar, por lo que se levanta de golpe a revisarlo, cuando ve quién es por alguna extraña razón comienza a sonreír. Era un mensaje de Leonardo.

Eh gruñona, ¿Qué tal todo? ¿Llegaste bien a casa?

Así que este también me va a tratar mal, otro idiota a la lista.

En primer lugar, no soy gruñona, segundo todo mal y tercero, sí llegué bien, gracias.

¿Por qué todo mal? ¿Te apetece ir por un café? Quizás te pueda animar y así dejas de estar tan enfadada y negativa con el mundo

Un café, que delicioso —de repente lo recuerda.— mierda, mi mamá me quitó mi tarjeta, no hay café.— su expresión cambia a una tristeza pura.— genial, me peleo con Maura, un idiota se entromete, Mamá me quita el café y Leonardo me recuerda que no puedo comprar uno —suspira lamentándose.

Me encantaría, pero, no puedo tomar café, estoy castigada y no tengo para pagármelo.

Anda, yo te invito.

Mamá me quito la tarjeta para que no pudiera comprarlo yo misma, no dijo nada de salir y mucho menos no aceptar café ajeno —sonríe victoriosa.

Bien, ¿Dónde nos encontramos?

En el Starbucks de esta mañana, en 30 min estoy por allí.

Ok, nos vemos
 
Trevor

Cuando llegó a casa luego de su discusión con Amelia, Pamela, su mamá, le tenía fideos con salsa, los que lo habían dejado en las nubes. Luego de dos platos repletos de comida Trevor no quería mover ni un dedo. Por alguna extraña razón, la comida no era lo único que lo hacía sentir pesado, y es que desde que se fue de la casa de su vecina que no ha dejado de pensar en lo testaruda que es.

—No entiendo —suspira frustrado.

—¿Otra vez hablando solo? —pregunta Benjamín entrando a la pieza de su hermano.

—Es terapéutico —dice en su defensa.

—Ajá —asiente Benjamín.

Se forma un silencio incómodo hasta que Trevor vuelve a hablar.

—¿Cómo es que soportas a esa chica? —suelta Trevor de repente.

—¿Maura? Ah, bueno, es que no la conociste en la mejor ocasión, pero es buena chica y muy divertida la verdad.

—Me refería a su hermana, es una cabezota

—¿Amelia?, la verdad no he hablado mucho con ella, es más recién hoy la conocí, por lo general está encerrada en su habitación o paseando a su mascota Maia, así que mucho de ella no sé... y así como soportarla, tampoco he tenido que hacerlo —se encoje de hombros, restandole importancia.— Pero hoy en la mañana cuando la encontramos con Maura tenía una actitud bastante tranquila, hasta estaba sonriendo

Cuando nuestros caminos se cruzan // Harrison OsterfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora