Te amo y te amaré, pequeña

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Amelia

Sin mucho ánimo me cambio de ropa, hoy es mi super fiesta de despedida. Pero, fuera de los muffins con chips de chocolate, no hay nada que me anime. Mañana por la mañana Harrison tomará un avión, y pasado mañana será mi turno, pero, hacia otra dirección.

Después de que los chicos, y mi hermana decidieran abandonar mi habitación para dejarme pensar tranquila, no he llegado a nada. Supongo que eso es una señal.

Termino de amarrar mis zapatillas, cojo mis anillos del mezón para ponerlos en mi dedos. Me pongo de pie, y me observo en el espejo. Todo estará bien.

Salgo de mi habitación, cada vez me acostumbro más a esta forma de caminar, junto con el tener que depender de las barandas de la escalera para no morir en el intento de bajar.

-¡Amelia! -grita una multitud.- ¡Bienvenida a tú fiesta de despedida!

Una pequeña sonrisa se esboza en mi rostro. ¿En qué momento llegaron todos?... Ahora entiendo el apuro de Maura por arreglarme. Han guardado silencio muy bien.

Entonces, al igual que en mi cumpleaños Theo es el encargado de la música, la que comienza a resonar por toda la casa.

-Te amo, disfrutalo.

El recuerdo de sus palabras en aquel día llegan a mi cabeza. Me esfuerzo para quitarlas con rápidez.

-¡Esta será tú noche! ¡Nada más importa! -grita Natalie emocionada-

Asiento, y vuelvo a sonreír. Nada más importa.

Harry

-Demonios, que tú me has dicho que la coja -digo entredientes a Sam-

-Estaba ebrio -murmura.- si Hazza se entera...

-Oh claro, ahora... ¿¡olvidas que eso te lo dije unas tres veces!?

Sam hace una mueca, y guarda silencio.

-¿Ahora qué hacemos? -pregunta-

-No lo sé, podrías volver a ser el genio que me insitó a tomar la carta.

-¿Qué carta? -Tom entra por la puerta de la cocina-

Oh, lo que faltaba.

-Harry ha tomado una carta que Harrison ha hecho para Amelia, y ahora no sabemos qué hacer con ella.

Se me cae el rostro. Este Sam es un... gilipollas, él se ha aprovechado de mi debilidad. Ya me la pagará.

-¿La leyeron? -pregunta Tom mirandonos-

-No -respondemos al unísono-

-Sam -Tom eleva una ceja-

-Lo siento, no pude resistirme -confiesa mi hermano-

-¡Sam! -le recrimino-

-Ustedes no son los actores aquí. Harry, tú también la leíste.

A veces, sólo a veces, odio a mis hermanos.

-Escucha, la cursilería no se me da, pero, me gusta ver que otros la poseen -digo en mi defensa-

-¿Creen que con eso Amelia podría cambiar de opinión?

-Es que sino, esa chica no tiene corazón -comenta Sam-

-Es malvada cuando quiere, pero, creo que hasta podría ablandar sus sentimientos -apoyo a Sam-

-Entonces... ustedes dos tienen una misión. Van a ir a la fiesta de despedida de Amelia, y le entregaran esa carta.

-Pero, iremos al aeropuerto con Hazza.

Cuando nuestros caminos se cruzan // Harrison OsterfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora