Te quiero

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Harrison

Salgo de la cocina y la veo. Su aspecto me preocupa, se le ve apagada, su semblante es triste.

-Hola Amelia -sonrío-

En respuesta noto como sus ojos se vuelven vidriosos ¿Por qué lloraría al verme?. No responde, sus padres me miran y luego la miran a ella, esto es incómodo. Tras de mí aparece Maura, espero que salve la situación.

-Hermanita -dice-. volviste, por fin.

-Sí -responde seca-

-Íbamos a pedir pizza ¿Te parece una buena idea? -pregunta Maura-

-Sí -desvía la mirada-. iré a mi habitación a dejar mis cosas.

Amelia abandona el comedor. Me quedo mirando como desaparece por la escalera, no entiendo por qué actúa así.

-Deberías ir con ella -sugiere Maura-

-Nisiquiera me saludó -digo-

-Hazme caso, ve -insiste Maura-

-Bien. Permiso -digo a los padres de Amelia-

Ambos asienten con la cabeza, por lo que, me voy hacia la habitación de Amelia.

Amelia

Necesitaba tranquilizarme, si seguía allí probablemente hubiera terminado llorando sin poder explicar nada. Cuando estoy mejor, vuelve a aparecer.

-¿Se puede? -pregunta Hazza apoyado en la entrada-

-Pasa -respondo cabizbaja-

Harrison entra en mi habitación y se sienta a mi lado.

-¿Estas bien? -siento su mirada fija en mí-

-Sí.

-Tom... él me contó lo que pasó.

Levanto la mirada de golpe, mis ojos encuentran los suyos.

-¿Q-qué fue lo que t-te contó?

-Lo del chico, Erick -responde-. no volverá a molestarte, me aseguré de que eso fuera así.

-Ah -respiro aliviada-. gracias, Hazza. No tenías que preocuparte.

-¿Cómo no? -su mano coje la mía-. eres mi amiga.

Auch, eso dolió. Me esfuerzo por sonreír, pero, es inútil.

-Lo soy.

Harrison

Un silencio incómodo se apodera de nuestro espacio, lo que, resulta muy extraño. Nunca me había sentido así a su lado, es como si la escencia de Amelia simplemente se esfumó.

-Amelia.

-Dime.

-¿Segura que todo está bien? -busco su mirada-. estoy preocupado, te ves triste... triste, como cuando estabas en el hospital.

Me mira un momento, noto como las lágrimas se han apoderado de sus ojos. No dice nada, en cambio, se recuesta en mi regazo.

-Sabes que puedes contarme lo que sea -susurro-

Con mis manos acaricio su cabello intentando tranquilizarla, pero, sus sollozos no cesan. Me siento impotente, no sé qué le ocurre y tampoco sé que hacer para ayudarla.

-Porfavor... di algo.

-Te quiero -susurra-

-Yo también, Amelia.

Se levanta con lentitud para mirarme. Entre sus lágrimas junto con su profunda expresión de tristeza dibuja una pequeña sonrisa en su rostro. Con su mano derecha acaricia mi mejilla y luego me abraza con fuerza.

Amelia

Abrazarlo se siente bien, creo que después de todo sólo lo necesitaba a él para sentirme mejor. Que ironía.

Me separo, para limpiar mis lágrimas e intentar dejar atrás todo mal pensamiento. Hazza me quiere, quizás no de la forma en que yo lo hago, pero, no estoy dispuesta a perder aunque sea ese cariño.

-Gracias por venir -sonrío-. te necesitaba.

-Te dije que nunca más te dejaría sola.

Mamá y papá gritan avisando que las pizzas ya están aquí, para que bajemos a comer.

-¿Se... nota mucho? -apunto mi rostro-

-Un poco.

-Genial -resoplo-

-Tranquila, la pizza los distraerá -me anima-

-Espero que sí.

La mirada de mis padres estuvo fija en mí todo el tiempo, supongo que la pizza no sirvió de distractor. Luego de que Hazza se fue, me quede en mi habitación.

-¿Podemos conversar? -pregunta mamá-

-Sí, adelante.

Mamá entra en mi habitación, y toma asiento en la silla de mi escritorio, quedando frente a mí.

-¿Estas bien? -pregunta-. y por favor no me mientas. Primero sales sin avisarme, luego ignoras a Hazza, para finalmente bajar con tus ojos destrozados por las lágrimas.

-No.

Realmente no sé de dónde saco tanta agua para alimentar mis lágrimas, pero, nuevamente me acompañan.

-¿Qué sucede cariño? -me observa preocupada-

-E-estoy enamorada -suspiro-

-Oh -sonríe-. eso ya lo sé. Harrison ¿no es así?

-Sí -respondo- ¿tan evidente soy?

-Soy tú madre, te conozco -responde-. ¿Por qué te tiene tan mal? ¿Se lo dijiste?

-No fue necesario, en algún momento se me pasó por la cabeza que podría sentir lo mismo -suspiro-. pero, en la fiesta él estaba con otra chica.

-Hija... era una fiesta, eso no significa nada -comenta-. ¿Te dijo algo sobre ella?

-No -respondo-. pero, probablemente fue porque a penas lo ví no deje de llorar.

Mamá suelta una pequeña risa y se acerca a mí. Toma un mechón de mi cabello posándolo tras mi oreja.

-Pero, luego de la pizza volvieron aquí y tú ya no estabas llorando como magdalena... ¿Te mencionó a la chica?

-No -respondo-. ¿y eso qué,

-Eso significa que para él no tuvo importancia -explica-. eres su amiga, te aseguro que te hubiera dicho algo al respecto. Así como lo hizo Leo.

-Quizás no lo hizo porque se lo contó a Tom y no a mí -me encojo de hombro- ya sabes, cosas de hombres.

-Eres tan terca -rueda los ojos-. pero, está bien, si eso es lo que quieres creer. Solo dejame decirte una cosa.

-Te escucho.

-No puedes guardarte esto que sientes por él la eternidad, y menos, si es por miedo a que él no sienta lo mismo. Debes hablar con él, transparentar la situación...creo que podrías llevarte más de una sorpresa. Además, te haría bien, cargar con esas cosas sola no es fácil. Piensalo, amor.

Mamá se levanta abandonando mi habitación. Me echo en mi cama, soltando un gran suspiro. Quizás ella, Maura, Leo, Coni y Tom, tengan razón y ya sea tiempo de decirle la verdad a Hazza.

Cuando nuestros caminos se cruzan // Harrison OsterfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora