Jul dió un sorbo a su copa y se quedó mirando a su excitante acompañante hasta que dejó de verla. Le asombraba lo mucho que estaba disfrutando de cada instante con Valentina, incluso al margen del coqueteo por ambas partes. No recordaba desde cuándo no disfrutaba tanto en compañía de una mujer inteligente. Valdes & Cohen tenía un abono para la temporada de ballet y Jul solía poner las entradas a disposición de sus empleados, pero había tenido la corazonada de que a Valentina le gustaría aquella producción. Una vez más, empezó a imaginarse aquel cuerpo escondido bajo el elegante atuendo.
—¡Qué lástima!
Una voz conocida, a su espalda, la sobresaltó, pero mantuvo la compostura.
—Es la segunda vez que aciertas esta noche, Gonzalo. Es una lástima que te empeñes en perder el tiempo.
—Tendría que ser un delito que las mujeres más buenas sean de la otra acera —gruñó su cuñado.
A Jul se le revolvió el estómago. La velada estaba transcurriendo maravillosamente y no estaba de humor para los comentarios del cretino de Gonzalo.
—Gonzalo —le dijo, mirándolo directamente a los ojos—, respeta y compórtate, no me interesa este tipo de comentarios tuyos.
—Es la verdad... quisiera follármela a ella, Jul. —Señaló a Valentina, que ya volvía, con la copa que tenía en la mano.
Jul contuvo un deseo desbordante de tumbarlo allí mismo. Quería a su hermana y haría lo que fuera por ella, pero tener que aguantar las groserías de su cuñado siempre la ponía a prueba. Sospechaba que engañaba a Mariana y que no se lo pensaría dos veces si tuviera ocasión de hacer exactamente lo que acababa de decir. Mariana nunca la hacía caso en ese aspecto y seguía dedicándose en exclusiva a él, pero era evidente que Gonzalo sólo creía en la parte de los votos matrimoniales que dice «en la riqueza».
Jul apuró la copa rápidamente y salió al encuentro de Valentina, dejando plantado al sinvergüenza de Gonzalo. La copa vacía era la excusa perfecta para esquivar juntas la compañía de su cuñado.
—¿Te apetece otra copa? —le preguntó a Valentina.
Valentina captó cierta tensión en Jul un instante antes de que pudiera disimularla. Sospechó que el hombre que la miraba fijamente era la causa de su incomodidad y enseguida descubrió por qué. Todavía no le había dado tiempo de aceptar la invitación cuando él invadió su espacio mirándola de arriba abajo como si eso pudiera halagarla.
—Cuánto bueno por aquí —dijo, en un tono repugnante—. Soy Gonzalo, el cuñado predilecto de Jul.
Jul, que se moría de vergüenza, se dió cuenta de que no iba a ser tan fácil deshacerse de él. "¿Qué habré hecho yo para merecer esto?"
—Gonzalo, eres el único cuñado que tengo —puntualizó. Contuvo el aliento. Temía su réplica, y no la decepcionó.
—También soy el cuñado más guapo que tiene. —No apartaba los ojos del discreto escote del croptop de Valentina.
—Mucho gusto —dijo Valentina amablemente; pero, en vez de estrecharle la mano tendida, se agarró del brazo de Jul. Era experta en cortar las atenciones no deseadas de hombres como Gonzalo—. Entiendo perfectamente que su mujer se enamorase de usted a primera vista. —Tuvo un momento de incertidumbre, y luego preguntó—: Dígame, Gonzalo, ¿Su mujer es tan guapa como la hermana?
Jul reprimió una risotada al ver la expresión de Gonzalo. Valentina le había dado un buen corte, sin estridencias y sin la menor vacilación. «¡Tocado!» Muy pocas veces lo había visto quedarse mudo, y aquel instante fue genial.
Valentina se agarró del brazo de Jul con las dos manos y se acercó a ella, hasta que sus cuerpos entraron en contacto.
—Si es tan guapa como ella, considérese afortunado. —El hecho de estar pegada a Jul, indicaba claramente que estaban juntas. La intimidad que denotaba sutilmente aquella actitud no dejaba lugar a dudas.
Jul aprovechó la coyuntura para escapar de su libidinoso cuñado y se dirigió rápidamente al bar. Cuando Gonzalo ya no podía oírlas, apretó la cálida mano de Valentina, que reposaba en su brazo.
—Eres fantástica.
Valentina estaba como si no hubiera hecho más que espantar a un insecto pesado.
—Cuestión de práctica. Son todos iguales. —Instintivamente, sabía que a Jul no le ofendería su reacción a las majaderías de su cuñado—. ¿Volvemos a disfrutar del resto de la función?
—Volvamos —dijo Jul, mirando los chispeantes ojos azules de la mujer que tenía al lado, y el tema quedó solventado.
***
Jul había reservado mesa para cenar en el exclusivo restaurante de cocina mediterránea Aitana, cuando salían del teatro, Valentina vió a un hombre que se dirigía a ella presurosamente, llamándole la atención con gestos de la mano.
—Es un vecino —le dijo a Jul, y se detuvieron a esperarlo.
—Val, siento molestarte —se excusó el hombre, después de las presentaciones—. Me harías un gran favor si me llevaras a casa. Mi mujer ha tenido que ir al hospital a atender una urgencia a media función. Ya sabes cómo son estas cosas.
—Te quedaste solo sin auto? —dijo Valentina, que le habría dado dos besos en aquel instante—. Jul puede llevarme a casa. Ahora íbamos a cenar —dijo, y le pasó las llaves de su coche a su vecino—. Si te parece bien, claro —añadió, volviéndose hacia Jul.
—Claro!! será un placer llevarte. —Jul la miró de una forma inconfundible.
Valentina le dedicó a su vecino una sonrisa radiante y, tras un breve intercambio de despedida, las dos bellezas reanudaron su camino hacia el parking.
El ruido de la ciudad las iba envolviendo a medida que avanzaban a paso tranquilo. Las farolas proyectaban una luz suave en las calles, que estaban poco transitada. Iban en silencio mientras Jul conducía un Mercedes gris, había gente en las calles caminando, saliendo de los bares y restaurantes, la música de ramazzoti sonaba en el auto y se quedaba flotando en el aire mientras las tortolas se veían de reojo. En el semáforo pudieron sonreírse mutuamente, se oyó un claxon en la calle, a unos metros de distancia, y una sirena de emergencia a unas cuantas manzanas. Los vendedores callejeros voceaban mercancía variada, desde rosas rojas hasta perfume barato.
Valentina se acarició los brazos, señal inequívoca que tenía frio, y Jul subió la temperatura del aire.
—Tienes frío? En el asiento hay un chal que puedes usar y cubrirte. Una breve sonrisa de Val llenó de luz el auto, se giró y tomó el ofrecimiento de Jul. La mujer que iba a su lado no decía nada; Valentina pensó que disfrutaba de un amigable silencio, detalle que le gustó. También agradeció que Jul fuera tan respetuosa, tanto en el teatro con Gonzalo, y con cada mirada que recibía, admiraba esa parte calmada e imponente de ella, con la fama que tenía, esperaba que, de vez en cuando, se pusiera intensa, pero no fue así, y aquello le produjo una sensación..., como si Jul le comunicara que toda su atención era para ella exclusivamente, pasara lo que pasase, ella era su todo, en ese momento, en ese lugar y con esas personas, su todo.
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Cuando Tú Quieras (TERMINADA)
RomanceQué harías si una mujer irresistible te dejara una preguntita al aire ¿Si me quieres, llámame, búscame? Ese es el dilema al que se enfrenta Jul Valdes, directora general de Valdes & Cohen, cuando conoce a la atractiva Valentina Carvajal. A Jul no le...