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—A veces, lo único que busco es desahogarme un poco. No quiero establecer vínculos duraderos, ni me planteo ningún compromiso, por eso no me importa, en realidad.

Valentina le sostuvo la mirada. No pudo evitar hacer una alusión a los rumores de conquistadora que Sergio le había comentado.

—Tengo entendido que te desahogas con frecuencia, y que lo haces muy bien.

—Bueno... —dijo Jul, estupefacta—, ya sabes la gente habla mucho —replicó, quitándole importancia al comentario.

—No —dijo Valentina, dispuesta a no zanjar el tema tan fácilmente—, ¿cuánto habla la gente?

—No hay que creerse la mitad de lo que cuentan —dijo Jul después de tomar un sorbo de vino—. Y la otra mitad no son más que imaginaciones de quien lanza el rumor.

—Entonces, ¿qué mitad puedo creer? —Valentina no dejaba en su interrogatorio—. ¿La de la frecuencia o la del buen hacer?

Jul sonrió con satisfacción y optó por darle a Valentina exactamente lo que quería.

—De acuerdo, asesora. Te lo contaré todo. Soy de las que creen que el deseo sexual es una función fisiológica natural. —Las imágenes que aquella frase le inspiraron le hicieron perder el hilo del argumento. Jugueteó con la copa mientras volvía a concentrarse—. Y..., en fin, si tenemos dos personas adultas, que están de acuerdo y son de la misma opinión, pues... —dejó morir la frase sin saber cómo terminarla.

—Lo que tienes son dos mujeres satisfechas.

A Jul se le contagió la risa que bailaba en los ojos de Valentina.

—Pues sí, si sabes hacerlo bien. "Y no dudes de que yo lo haré muy bien contigo"

Concluida la cena y una vez retirados los platos del postre, Valentina preguntó:

—Entonces, ¿por qué has asumido la dirección de Valdes & Cohen?

Jul no estaba preparada para un cambio de tema tan radical. Siempre le incomodaba hablar del forcejeo que había tenido con su tío para quitarle la empresa de las manos. Había sido una batalla legal larga y dificultosa, que enseguida dio un feo giro, porque su tío empezó a airear trapos sucios, a insultarla y a señalar con un dedo acusador en todas direcciones, excepto hacia sí mismo.

Ella no quiso rebajarse a su nivel y se negó a reconocer o refutar todas sus acusaciones e insinuaciones. Al final, decidió empezar un juicio y el juez dictaminó a su favor y su tío Camilo tuvo que marcharse.

—Supongo que en esta etapa de nuestra relación toca revolver la mierda —repuso Jul, intentando suavizar la humillación que sentía con una nota de humor—. Mi tío tenía más experiencia en las apuestas hípicas que en dirigir una empresa de capital riesgo. Consideraba que las dos cosas se regían por el mismo principio. Apostar por un caballo para ganar, apostar por una empresa o por una idea para ganar. Pero, en este caso, las apuestas son un poco más fuertes.

En poco tiempo, hundió la empresa, o casi. —Así contado, no parecía gran cosa, pero todavía le resultaba doloroso—. Uno de nuestros clientes más antiguos me localizó en París y me lo contó todo con pelos y señales. Supongo que en aquel momento maduré por fin de golpe eso si y comprendí que me correspondía asumir la dirección de la empresa, por derecho y por sentido de la responsabilidad. Y aquí estoy.

—¿Y eres feliz? —Era una pregunta simple, pero Jul se echó a reír—. ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?

—Hace años que no me hacen esa pregunta. Creo que a nadie le importa de verdad, siempre y cuando les haga ganar mucho —dijo, plenamente consciente de que era verdad.

Cuando Tú Quieras (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora