Sonó el timbre y Valentina miró por la mirilla porque no esperaba a nadie. "¿Jul?" Abrió enseguida.
—Hola. —"¿Por qué no se me ocurre nunca otra cosa que decir?" Jul cambió el peso del cuerpo de un pie a otro—. Ya sé que no te llamé. Espero no molestarte.
—No, no. Pasa, por favor. —Valentina abrió la puerta del todo y le abrió el paso.
—Gracias —dijo Jul, cruzando el umbral. Se detuvo en medio del living y se volvió hacia Valentina—. Yo... —no pudo seguir hablando.
—¡Señora Valdes! —Mariangel apareció en la puerta de la cocina, con su ondulado pelo castaño recogido en una cola de caballo.
—Hola, Mariangel. Que sorpresa verte. —Jul comprendió que había sido una tontería no llamar antes. Se dirigió de nuevo a Valentina—. Lo siento, no sabía que tuvieras compañía. No quiero entrometerme en el tiempo que pasan juntas.
—No te entrometes en nada —dijo Valentina, al tiempo que le impedía retroceder levantando una mano—. La verdad es que estábamos hablando de ti ahora mismo. Mariangel decía que tenía ganas de hablar contigo otra vez. ¿Te quedas a cenar con nosotras?
—¿A cenar? —Jul intentaba por todos los medios centrarse en el nuevo curso de los acontecimientos, que la alejaban del objeto de su visita.
—Sí, ya sabes, la comida de la noche, con un postre poco recomendable al final. —La broma de Valentina hizo reír a Mariangel—. Por favor. No nos molestas. Nos encantaría que te quedaras. —Valentina llevó a Jul hasta la sala—. Acabábamos de empezar a planear la comida.
Tras dar unos pasos, Jul empezó a recuperar su yo normal, aunque estaba como mareada.
—¿También sabes cocinar?
—Algo.... no mucho pero, tengo muchas virtudes ocultas.
—Me muero por descubrirlas —dijo con voz ronca, mirándola de la cabeza a los pies, demorándose en el pecho.
Valentina la miraba fijamente.
—Ponte cómoda estás en tu casa —insistió Valentina y a Jul, le apareció un brillo peligroso en los ojos—. Anda Jul que estamos hambrientas.
La cena fué deliciosa. Mariangel y Jul dominaron la conversación y Valentina estaba encantada de que se entendieran tan bien. La situación habría sido difícil, sí Jul no hubiera respetado el compromiso con Mariangel, o si a la niña no le hubiera gustado Jul. Afortunadamente, no tenía de qué preocuparse en ese aspecto.
Después de la cena, Valentina y Jul recogieron la cocina, mientras Mariangel terminaba unos deberes. Cuando la pequeña ya estaba en la cama, salieron a la terraza con una botella de vino. Se quedaron en silencio, contemplando el paisaje, el parque y sus sonidos, con las manos apoyadas en la barandilla. El resplandor de la luna imprimía una suavidad al rostro de Valentina que le arrebataba el sentido a Jul.
—Valentina. —Jul acercó la cabeza lentamente a aquellos labios que la hipnotizaban desde hacía semanas. Se detuvo muy poco antes de rozarlos.
—Sí. —A Valentina se le aceleró el flujo sanguíneo y el estómago le dio un vuelco. Tenía los labios de Jul a un centímetro de los suyos. Lo único que tenía que hacer era cerrar el hueco, pero esperó a que Jul tomara la iniciativa.
—Ven. —Jul la atrajo hacia sí y terminó de recorrer la distancia hasta sus labios. Esta vez, el beso tenía otro sabor, y a Valentina también se lo pareció, por la forma en que respondió, Jul le abrazó la cintura y la besó con calma, con delicadeza, Valentina se sostuvo de los brazos de Jul y descansó su peso de un pie a otro, más relajada, se dejaba llevar por los labios firmes y suaves de Jul, era tan suave que podían respirar.
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Cuando Tú Quieras (TERMINADA)
Roman d'amourQué harías si una mujer irresistible te dejara una preguntita al aire ¿Si me quieres, llámame, búscame? Ese es el dilema al que se enfrenta Jul Valdes, directora general de Valdes & Cohen, cuando conoce a la atractiva Valentina Carvajal. A Jul no le...