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Al día siguiente, Valentina contestó al teléfono, cuando sonó después de comer.

—Valentina Carvajal.

—Hola, soy Jul.

—Heyy, qué tal —dijo Valentina, y el corazón se le desbocó al oír aquella voz al otro extremo de la línea. "¿Es que no se me ocurre nada mejor que decir?"

—Espero no interrumpirte.

Después de rechazar la invitación de Jul para pasar juntas la noche del sábado, Valentina creyó que no volvería a saber nada más de ella. Cuando recibió el ramo de flores, unas horas antes, se quedó pasmada. Sospechó inmediatamente que se las mandaba Jul, y el paraguas le dio la pista definitiva, antes de leer la tarjeta.

—Sí, me interrumpes, gracias a Dios. —Se quitó las gafas y empujó la silla hacia atrás.

—¿Eso quiere decir que te alegras? —preguntó Jul. No estaba segura de haber interpretado correctamente sus palabras.

—Me alegro mucho. —Valentina situó la silla mirando a la ventana—. Estoy repasando una declaración y el interrogatorio es lo más árido que he leído en mi vida. Creo que he leído la misma página tres veces y todavía no sé cuál es la respuesta del demandante. De modo que ya ves cuánto me alegro. "Sin contar las ganas que tenía de saber algo de ti"

—Me agrada entonces saber que he servido de algo, asesora —respondió Jul; había captado la alegría en la voz de Valentina.

—Muchas gracias por las flores. Son preciosas, y la forma de mandarlas, muy imaginativa. —Todavía le duraba el cosquilleo en el estómago, que le había empezado al recibir las flores.

—Me alegro de que te hayan gustado. Procuro salirme un poco de la norma. —Jul tenía mucho cuidado cuando enviaba flores a una mujer. No quería contradecir su propio principio de «sin compromiso». Aunque en esta ocasión deseaba tender un cable entre ellas—. Espero que no haya sido inoportuno recibirlas en el despacho.

—No, en absoluto. Ha sido una sorpresa maravillosa. —El envío había provocado bastante revuelo. Valentina nunca recibía flores en el trabajo, pero la emoción se impuso a las inevitables especulaciones. Prudentemente, Michelle no había abierto el sobre con la tarjeta, aunque Valentina sabía que su joven secretaria se moría de curiosidad.

—¿Estás libre el sábado por la noche? —preguntó Jul.

—¿El sábado? —Valentina pasó rápidamente las páginas del calendario y consultó las citas—. Sí, a partir de las seis. —Tuvo un momento de duda y expectación. Jul iba a invitarla a salir otra vez. Le entraron ganas de reírse.

—Tengo entradas para el ballet, y me pregunto si quieres ir. —"Parezco una adolescente solicitando una cita" Estiró las piernas, y se desclazo los pies de los tacones que cargaba y procuró relajarse en el sofá italiano de piel que había en el despacho. Aquel sofá era su mueble predilecto, después de la cama, y preferiblemente acompañada.

—¡En seriooo!!!! ¡Me encanta el ballet! —exclamó Valentina. El ballet de México ponía en escena El lago de los cisnes, todo un éxito nacional, y tenía pensado comprar entradas. Era admiradora de las artes, pero su apretada agenda le impedía ir a los espectáculos con la frecuencia que habría deseado. El hecho de que Jul fuera al ballet era otra pizca de información que le pareció fascinante. Tenía intención de descubrir más.

—Ya sé que te lo estoy diciendo con poco tiempo, pero acabo de hacer un hueco en el horario y pensé en ti. —Estaba divagando, algo impropio en ella—. Podríamos cenar en el centro antes de que se levante el telón, si te apetece.

Cuando Tú Quieras (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora