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—. Yo quiero una como ésa —dijo Gonzalo, casi babeando.

Por una vez, Jul tenía que darle la razón a su cuñado, pero desde luego no se lo dijo. 

***
Aquel hombre la despreciaba y recurría a lo que hiciera falta con tal de ponerse por encima de ella. Le había molestado sobremanera que le hubieran pasado por delante dos veces en la dirección de Valdes & Cohen, y había demostrado sin la menor sutileza que no la consideraba apta para el cargo. Jul sospechaba que su cuñado tramaba algo, últimamente, pero no sabía qué, y en ese momento tenía cosas mejores en que pensar.

Valentina todavía no la había visto, de modo que Jul tuvo ocasión de observarla sin que ella lo supiera. Llevaba una falda amplia de ciberlina negra con un croptop dorado, que dejaba al descubierto sus suaves hombros. Llevaba el cabello recogido en la nuca y, en las orejas, unos pendientes de diamantes que hacían juego con el collar. Un brazalete dorado en la muñeca y un clutch de pedrería artesanal completaba el conjunto de accesorios. "No tenía ni idea de que una abogada pudiera ser tan guapa."

Un codazo en el costado, cortesía de Gonzalo, la sacó bruscamente de su ensoñación.

—Está para comérsela —dijo, y se relamió los labios—. Qué no daría yo por ser el tipo al que está buscando.

En el mismo instante en que Gonzalo terminó de hablar, la mirada de Valentina se encontró con la de Jul, y a Jul se le aceleró el corazón al ver la sonrisa de reconocimiento que iluminaba su rostro. No pudo resistir responderle a Gonzalo:

—¿Por qué crees que está buscando a un hombre?

Gonzalo dejó de mirar a la mujer que se acercaba a ellos y miró a Jul fijamente. Un instante después, llegó a la conclusión correcta y su expresión cambió de la confusión a la sorpresa mayúscula.

—¿Eres su cita?

—No sé de qué te sorprendes. Tú mismo lo has dicho. Me gusta mirar tanto como a ti. Sólo que, en este caso, yo toco y tú no. —Con una ridícula sensación de haber ganado a Gonzalo en su propio terreno, fue al encuentro de Valentina.

Cuando se detuvo ante ella, se permitió pasear la mirada por toda su anatomía una vez más. Los pequeños detalles que no había visto de lejos aparecieron ahora en todo su esplendor. A Valentina le brillaba el pelo y le olía ligeramente a jazmín. Tenía los ojos limpios como el cristal y se le hacían pequeñas arrugas a los lados al sonreír. Aquel atuendo se adaptaba a su cuerpo como un guante y el escote sólo insinuaba levemente el comienzo de sus pechos.

—Estás preciosa. —En opinión de Jul, aquel sencillo cumplido no expresaba todo lo que quería decir. Pero fue sincero, y se maravilló de lo que sentía en aquellos momentos, tan distinto de otras veces, cuando piropeaba automáticamente a sus ligues.

Valentina nunca se había sentido tan guapa como en el momento en que Jul la vió. La expresión de aquella mujer le encogió el estómago y le envió el corazón a la entrepierna, porque era ahí donde notaba los latidos de una forma casi insoportable. Se puso a la altura de su cita y la repasó de arriba abajo con la misma intensidad, desde las impecables sandalias doradas de Sophie Webster con mariposas a los tobillos y el perfecto vestido estilo tubo de color negro hasta las rodillas. Su bronceado cuello parecía decir «bésame». Conmovida y con la mente en blanco, terminó el recorrido hasta encontrarse con los ojos de Jul que llevaba el cabello suelto y maquillaje ahumado.

—Gracias. Tú estás impresionante —contestó, con un nudo en la garganta.

La mirada ardiente de Jul era casi insoportable. Por más que la deseara, tenía que pararlo todo en aquel instante, o corría el riesgo de ponerse en un aprieto ante toda aquella gente. Se le acercó y le dijo, en voz baja:

Cuando Tú Quieras (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora