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Jul dejó las llaves en el aparador y fue quitándose la ropa a medida que se adentraba en la casa. Necesitaba una ducha caliente y un trago fuerte. Optó por combinar aquellas dos necesidades, por lo que, se detuvo en el mueble bar y se sirvió un Chivas en un vaso ancho. Cuando pisó las frías baldosas del cuarto de baño ya estaba desnuda.

Se quedó inmóvil bajo un fuerte chorro de agua caliente, que le golpeaba el cuello y la espalda, deseando que la ducha se llevara la melancolía por el desagüe. Después se enjabonó todo el cuerpo y se aclaró. El habitual olor del jabón la reconfortó. Le entró champú en los ojos y el escozor le recordó que todavía estaba viva. Cerró el grifo mecánicamente y se envolvió en una toalla.

La luz intermitente del contestador automático se reflejaba en el espejo que había sobre el minibar. Volvió a llenarse el vaso, se acercó al escritorio sin hacer ruido y apretó el botón de los mensajes. Una voz conocida la atrapó por completo.

—Jul, soy Valentina. ¿Estás en casa? —Unos segundos de silencio—. Siento haberte engañado, pero no lo hice a propósito. Quería decírtelo, pero no encontré el momento oportuno. —Jul agarró el vaso con las dos manos y miró fijamente el líquido dorado mientras oía hablar a Valentina—. Jul, no soy un ama de casa ingenua y aburrida que sólo quiere divertirse un poco. —De pronto parecía enfadada—. Soy una mujer con estudios, y he pensado mucho en esto, créeme: nunca hago nada sin pensarlo en profundidad. Nunca he hecho el amor con una mujer, pero eso no significa que no sea lesbiana. Por Dios, Jul, alguna vez tiene que ser la primera. Para todo y para todos hay una primera vez.

"Sí, pero no voy a ser yo. Ya he pasado por eso; ya lo he hecho y aprendí que no lo hago más."

—Me gustas, Jul. Me atraes muchísimo. Bueno, eso es evidente. —Valentina soltaba una risita ahí, como si comprendiera lo absurdo de la frase—. Y, lo que es más importante, te respeto, respeto tus convicciones y tus creencias. Me desafías, cosa que, francamente, muy poca gente puede hacer. Quiero estar más tiempo contigo. Y no me costaría trabajo decir muchas cosas más. Soy abogada... Podría defender mi caso horas y horas sin parar, pero no voy a suplicarte. —Hubo una larga pausa y Jul creyó que Valentina había colgado. Su tono terminante la sorprendió de pronto—. Ahora la pelota está en tu campo, Jul. No daré un paso más hacia ti. Si me quieres, tendrás que venir a buscarme. Cuando tú quieras.

Cuando tú quieras..... Tres palabras.... Una decisión... Una disculpa.... Echar su orgullo a un lado.... Buscar a su ángel.... Cuando ella quiera. Ahí lo tenía, Valentina se lo acababa de decir, no había tenido valor de oír todo el mensaje por lo que se había revuelto nuevamente.... Cuando tú quieras....

* * *

La gala anual de recaudación de fondos para el hospital infantil era una de las celebraciones predilectas de Jul, y solía pujar varias veces en la silenciosa subasta, aunque después devolvía todo lo que compraba al hospital para no quitárselo a los niños. Había pasado la mayor parte de la velada saludando a antiguas amistades y conocidos del mundo de las finanzas, y por fin se había quedado sola, tomando una copa, cuando Valentina entró en la sala.

Se le encogió el estómago y la cabeza empezó a darle vueltas vertiginosamente. El recuerdo del sabor, el tacto y la suavidad del cuerpo de Valentina la inundaron al instante. Estaba aún más guapa de lo que recordaba, si eso era posible, y no fue la única que lo advirtió. Mientras Valentina avanzaba con seguridad hacia un grupo de gente, una mujer en concreto la miró de arriba abajo con naturalidad y se detuvo en el pecho. A pesar de la distancia, Jul reconoció el apetito; aquella mujer estaba al acecho. El estómago le dio un vuelco y notó un extraño sofoco.

No podía creerse la serie de reacciones físicas que le había provocado aquella aparición. Era un combinado que no había experimentado nunca. Ardía de deseo, pero ardía más de otra cosa. ¿Qué era? ¿Celos? "¿Tengo celos de otra mujer porque mira a Valentina?" Ni siquiera sabía con certeza en qué consistía tener celos, pero sabía que se volvía loca sólo de pensar en que otra mujer pudiera tocar a Valentina. Y, lo que era peor, no sabía qué hacer.

Cuando Tú Quieras (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora