Valentina se ruborizó. Sabía que la habían sorprendido mirando. La mujer del traje sin camisa le sostuvo la mirada firmemente durante un largo instante, y su expresión pasó de la aburrida indiferencia y el fastidio a un cierto interés; después dejó de mirar. Valentina tuvo la sensación de haber sido valorada para algo importante y desechada a continuación, porque el esfuerzo no valdría la pena. "Bueno, pues a la mierda tú también" pensó Val y Volvió a mirar al podio y, con valentía, retomó una falsa actitud de interés a los galardonados.
Veinte minutos después, ya finalizados los discursos, el baile estaba en pleno apogeo. Un grupo instrumental tocaba una mezcla de música clásica y jazz ligero, muy bien recibida a juzgar por la cantidad de parejas que salieron a la pista. En las mesas ya no quedaba rastro de la cena que los invitados habían consumido con entusiasmo, y habían cambiado los manteles blancos por otros de color rojo.
Valentina dejó plantada a su «pareja» y se fue a buscar un cóctel recién preparado, porque suponía que se moriría de sed si esperaba a que él se percatara de que tenía la copa vacía. Cumplida la misión, localizó un rincón donde sabía que podría esconderse de la multitud sin perder de vista la fiesta por completo, en caso de que su presencia fuera necesaria. Se dirigió rápidamente hacia aquel remanso de paz procurando no cruzar la mirada con nadie que tuviese ganas de charlar. Al dar la vuelta a una esquina, estuvo a punto de precipitarse de cabeza contra la mujer del traje sin camisa. Se detuvo en seco y murmuró una disculpa, que la otra pasó por alto. Jul estaba tan absorta que apenas se dio cuenta.
—Ya sé lo que me has dicho, Beltran, pero te lo repito. No pienso darle un maldito céntimo..... Sí, ya sé que lo que está en juego no es sólo mi reputación. —Jul parpadeó. Casi había pisado a una invitada que se había interpuesto en su camino—. Disculpe, esto es una conversación privada —le dijo con arrebato a la desconocida, a modo de saludo, gesticulado con su rostro.
Valentina tuvo que echar la cabeza hacia atrás para mirar a los ojos, fríos y casi negros, de aquella mujer que era casi tan alta como ella, Valentina con tacos podía medir un metro ochenta y solo le sacaba unos cuantos centímetros de altura a la morena. Fue entonces cuando vio que tenía el móvil pegado al oído y una expresión inequívoca de cólera. Antes, durante los discursos, le había parecido una cara muy atractiva, pero, en ese instante, la ferocidad con la que miraba esfumó todo encanto.
—Un momento, Beltran. —Jul se apartó el teléfono del oído y le clavó una mirada capaz de reducir a cenizas si acaso a nada, hasta a los hombres más rudos que se le atravesaran—. ¡Oiga! ¿Es que no me ha oído? ¡Estoy hablando por teléfono y es una conversación privada! —Enfatizó la palabra «privada» para dejar bien claro el mensaje.
Valentina, que se había llevado un susto al chocar contra ella, se recuperó enseguida y levantó la barbilla en respuesta al reto. —La he oído. Pero esto no es su terraza particular y no hay necesidad de que se ponga tan estúpida. Si mirase por dónde va, seguro que no chocaría con desconocidos y no tendría que echar la culpa de su torpeza a los demás.
No fue necesario que Valentina levantase la voz para hacerse oír perfectamente. Era experta en cortar a cualquiera de una, con el tono y las inflexiones de su voz. Fulminó a la morena con la mirada y se alejó de allí. Todavía echaba humo por el incidente cuando vió que su guapo acompañante se dirigía hacia ella. Miró a su alrededor rápidamente y comprobó que no tenía escapatoria. Reprimió un gesto de desagrado al tiempo que se preparaba para lo que tuviera que ser y hacer con el soltero.
Con manos temblorosas, Jul apagó el móvil y lo guardó en el bolsillo. No estaba disgustada por las reprimendas que había recibido, tanto del abogado como de la furiosa mujer que acababa de alejarse, sino por habérselas ganado a pulso con su proceder. ¡Dios, me chinga su madre! Y llamó al primer camarero que vio, le pidió un whisky y se concentró en respirar. El camarero volvió más rápido de lo que esperaba y Jul le dió una generosa propina para asegurarse un buen servicio el resto de la velada.
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Cuando Tú Quieras (TERMINADA)
RomansaQué harías si una mujer irresistible te dejara una preguntita al aire ¿Si me quieres, llámame, búscame? Ese es el dilema al que se enfrenta Jul Valdes, directora general de Valdes & Cohen, cuando conoce a la atractiva Valentina Carvajal. A Jul no le...