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Pues sí, ahí estaba Jul, apoyada en el coche y mirando hacia la casa.

—Te veo.

—Y yo a ti —contestó Jul, saludando con la mano.

—¿Qué haces aquí? Son las dos y media de la madrugada.

—¿Me dejas entrar? Hace frío —dijo, con un matiz irónico.

—¿Lo dices con doble sentido? —preguntó Valentina.

—¿Te gustaría? —respondió Jul en voz baja.

Valentina tenía el corazón acelerado, pero la respuesta se lo aceleró más aún.

—Ya salgo a abrirte.

Lanzó el teléfono sobre la cama, se puso una bata encima y salió rápidamente del dormitorio. Jul estaba en su casa en plena madrugada y le hablaba como si hubiera algo entre ellas, o a lo mejor eran sólo imaginaciones suyas. Jul coqueteaba con las mujeres automáticamente. Ahora que lo pensaba con cierta perspectiva, casi le parecía una forma agradable de eludir conversaciones más serias.

Mientras bajaba las escaleras y llegaba a la puerta, comprobó si la bata le tapaba el pijama de seda, de pantalones cortos; por fin accionó el pomo y abrió.

—Gracias.

Nunca la había visto tan desarreglada. Llevaba unos vaqueros, una playera y zapatos deportivos, tenía un moño despeinado. De todas formas, seguía siendo la mujer más sexy del mundo.

—Pasa, por favor.

—Lo siento —dijo Jul, al tiempo que entraban en la salita—. Tengo que hablar contigo.

—Te escucho. —Valentina se sentó en un sillón y la invitó a sentarse también. No dijo nada más. Si quería hablar, que llevase ella el peso de la conversación.

El silencio era ensordecedor, hasta que Jul entendió por fin que Valentina estaba esperando una explicación de aquella visita intempestiva. "No me lo pone fácil." Se sentó en el borde del gran sofá, lo más cerca posible de Valentina. No se le había escapado el detalle de que había preferido sentarse sola.

—No sé por dónde empezar —dijo.

—Perdona, no te he ofrecido nada. —Valentina miró hacia el mueble bar—. ¿Quieres tomar algo fuerte... o te preparo algo caliente, té o café?

—No, pero gracias. No quiero alargar esto. —No bien lo hubo dicho, se dio cuenta de que a Valentina le había dolido. Sus tiernos ojos azules apartaron la mirada y sus hombros se tensaron lo justo para que la bata se moviera. Jul no podía pasar por alto la línea del cuerpo tapado por el grueso satén. Era tan bella que le torturaba no poder tocarla—. Es decir —añadió de pronto, desesperada por no crear malentendidos—, sé que es tarde y que tendrías que estar durmiendo. No estaría aquí a estas horas si no fuera importante.

—Sí. —Valentina esperaba con inquietud; no sabía dónde iría a parar todo aquello.

—Lo que pasó en la gala de beneficencia... Hay una cosa que tengo que explicarte.

—No tienes por qué darme explicaciones de nada —dijo Valentina.

Jul le habría dado la razón hasta hacía muy poco. Acababa de pasar dos semanas intentando convencerse de que no tenía nada que justificar ante aquella mujer. Sin embargo, ahí estaba, a punto de darle una explicación y de pedirle comprensión.

—La mujer que me abofeteó es Nayeli Alonzo. Tuve un breve lío con ella hace un tiempo. —La expresión de Valentina no cambió, pero Jul percibió que se emocionaba y se preguntó por qué. ¿Estaría cohibida? ¿Le desagradaría la situación? ¿Serían celos? "La esperanza es lo último que se pierde"—. Hace dos meses que quiere chantajearme, quiere sacarme dinero.

Cuando Tú Quieras (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora