Prólogo.

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Y no sé por qué me duele si ya me había acostumbrado.

Manuel Rivas.

¡Mátenme!

¿Cuáles son las consecuencias de enamorarte de alguien que no tiene ojos para ti? No quise comprenderlas nunca.

Hasta el día de hoy. Hasta que supe que estaba perdiéndolo todo. Sin siquiera haber luchado lo suficiente.

Ella va a casarse, con alguien que no soy yo. Y aunque me duela admitirlo, si, estoy feliz. O al menos intento estarlo.

Todo el restaurante posa la mirada sobre ellos, están esperando una respuesta por parte de la hermosa castaña. Una que le cuesta dar, pues sé que inevitablemente, nuestra última conversación está en su mente.

Son tantas cosas que hay que explicar que no hay tiempo de hacerlo. Son tantas noches que nos desvelamos hablando de ese futuro incierto que ahora se está formando para ella.

Sea cual sea esa decisión voy a respetarla.

—Entonces... —el italiano se aclara la garganta luego de su increíble discurso.— ¿Te casas conmigo?

Ella sonríe, seca las lágrimas en su mejilla y asiente efusivamente. Claro que quiere casarse.

No hay nada más hermoso para ella que saber que llegará al altar con la persona indicada. Con quien ella siempre esperó.

Una sonrisa cruza mis labios, estoy feliz por ella, y mientras todo el restaurante aplaude y su mejor amiga se acerca a abrazarla, yo tomo mi guitarra y le marcho del escenario.

No me atrevería a acercarme y felicitarla, no después de lo que hablamos, no después de todo lo que sé que siente por mi. No estoy listo para esto.

—¿Qué se siente? —me detengo a mirarla. Ella sonríe.— ¿Qué se siente haber tocado la canción que escribiste ella mientras alguien más le pide matrimonio?

—No quiero hablar contigo.

—Me odias, Manuel. —afirma deteniéndome.— Pero un día vas a entender que no lo hago solamente por mi. También lo hago por ti.

Ignorando sus palabras voy hacia la pequeña habitación en donde suelo dejar mis cosas antes de salir. Decir que me molesta que Melania haya sido la causante de todo lo que está pasando es poco.

Yo realmente no sé si pueda odiar tanto a una persona como odio a esas dos personas. Melania Perez y Ruggero Pasquarelli.

Camino por el oscuro callejón hacia la calle principal. Planeaba caminar hasta mi departamento. Eso despejará mi mente y evitará que vuelva a ese restaurante.

Realmente creo que nunca voy a sentirme listo para saber que tengo que dejarla ir.

—¡Espera, Manuel!

—¿Qué haces aquí, Karol? Acabas de comprometerte, no deberías estar aquí, y menos conmigo. —musito sin detener mi caminata.— Solo vuelve.

—No, no voy a volver sin haber hablado contigo. ¿Puedes esperar un momento?

—¿Hay algo que digas que cambie lo que estamos sintiendo ahora?

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora