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Tu amor es el latido más grande de mi vida.

Ruggero Pasquarelli.

—¡Ruggero, por amor a Dios!

Mierda, me duele la cabeza y lo menos que quiero es escuchar tanto griterío.

¿Por qué Candelaria no puede mantener la boca cerrada?

Esperen.... ¿Candelaria?

—¡Piccolino, levántate ya!

¿Piccolino? ¿En qué día, mes o año estamos?

¿Estoy soñando?

—¿Cande?

Me siento contra el respaldar de la cama, sumamente confundido miro a la mujer frente a mi. Ella solo lleva sus manos a su cintura.

Se ríe, mi gesto debe ser todo un dilema pero...

—¿Qué mierda haces aquí?

—¿Pero qué dices, tonto? —se ríe con ganas.— Almendra, bájate de ahí.

—Pero.... Espera, ¿qué hago aquí?

Alucino, realmente estoy alucinando.

No entiendo nada.

—¿Qué haces aquí, Candelaria?

—Despertándote porque como siempre vas a llegar tarde. —niega.— Apresúrate que Lalo no puede faltar a la escuela hoy.

—¿Lalo?

—Si, piccolino. ¿Estás bien?

Ella toca mi frente, me alejo. No entiendo nada.

Vamos, Ruggero. Despierta ya que esto no es nada agradable.

—¿Y Liam? ¿Karol? ¿Cómo mierda terminé aquí si yo....?

—A ver, vayamos por partes. —deja la canasta de ropa a un lado y se cruza de brazos.— ¿Quién es Liam? Y Karol, ¿ella no es tu ex? La mexicana bonita que vive a unas cuadras de distancia.

—¿Pero cómo preguntas quién es Liam? Si Liam es mi.... —me callo.— ¿Qué día es hoy?

—Catorce de octubre.

¡No puede ser!

Me pongo de pie. No, no y no.

Me niego a pensar que solamente lo soñé. Yo no pude....

Ay, Dios. Puede ser todo menos esto.

Catorce de octubre. En mi sueño, ese era el día en el que descubrimos a enfermedad de Gael y en el que Karol entraba directamente a mi vida.

Oh Dios mío.

Cande se ríe, asegura que estoy loco y me besa en los labios antes de perderse de mi vista. Niego despeinado mi cabello.

Busco mi teléfono.

Si, efectivamente. Retrocedimos en el tiempo. Y no se siente nada bien.

Como puedo salgo de mi trance y voy directo al baño dispuesto a darme una ducha que aclare el centenar de dudas que llevo encima.

Finalmente, una hora después estoy listo. El sobrino de Cande desayuna en la encimera de lo más tranquilo, ella habla por teléfono con su hermana y yo sólo miro pie la ventana.

¿Qué tan mala suerte tengo?

¿Qué fue todo eso? En mi suelo pasaron meses, años, yo que sé.

Sólo sé que mis sentimientos nunca habían sido tan confusos como ese día.

Me niego, simplemente me niego a pensar en algo.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora