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Estuviste en mi corazón por mucho tiempo. Ahora sé que fue un error.

Karol Sevilla.

—¡Y luego me tiraste!

—No fue cierto, Melania. —Ruggero larga una carcajada.— Ya van a pensar que estamos locos.

Ambos se miran, y en menos de lo que cualquiera en la mesa espera, vuelven a reírse como si hubiesen contado el mejor de los chistes. Candelaria los reprende por hacer escándalo.

Pero si, está tan relajada que me cuesta entender esto.

—¿Se puede saber en donde estaban? Nos íbamos a marchar sin ustedes. —dice Cou y ambos se miran cómplices.

—Cumpliendo mi mayor sueño.

—Tienes muchos, Ruggero. Y él más importante para ti es lanzarte de un... ¿Es en serio?

Candelaria los mira más que sorprendida, Melania asiente.

—¿Me están jodiendo?

—No, realmente lo hicimos.

—Pero bueno, fueron los mejores días para ustedes al parecer.

—No me quejo. —Melania se ríe.— Que aburrido volver.

—Yo nunca estoy aburrido. —Gael se sienta en las piernas de su padre.— ¿Cómo te llamas?

—Melania. —se presenta.— ¿Y tu, guapo?

—Gael Pasquarelli.

Melania asiente, besa su mejilla como presentación y se pone de pie buscando su maleta. Ruedo los ojos finalmente centrándome en mi prima.

—¿Qué?

—Quita esa cara o Manuel se dará cuenta de tus celos injustificados hacia Ruggero y Melania.

—¿Injustificados? Ayer desaparecieron por cinco horas juntos. Y hoy estuvieron todo el día juntos. ¡Todo el puto día!

Las miradas se posan sobre mi, ruedo los ojos poniéndome de pie.

Leonardo entra en escena avisando que las busetas han llegado. De inmediato recojo mi cabello.

Acomodo mi vestido, me toco el vientre. Duele demasiado y mi enojo no ayuda.

—¿Todo bien?

—Si, es que me estoy sintiendo mal.

Manuel toca mi frente, su gesto cambia y me preocupo cuando dice que tengo fiebre. Montse le resta importancia.

Voy con ellos a una de las busetas, y mientras suben las maletas, yo me acomodo en mi asiento. Veo a Liam subir.

—Mami, creo que mi papi Ruggero está enojado conmigo. —susurra Liam subiendo al auto.— ¿Es por lo que te dijo mi amiga Cande ayer?

—Si, creo que si. —susurro.— Pero va a pasar.

—No importa, yo ya no le diré papá a Manuel nunca más

—Liam...

—Mami Caro también dijo que estaba mal.

Realmente no entiendo a mi madre.

Ella sí que es más cambiante que yo. Primero me quería lejos de Ruggero y ahora está diciéndole cosas a mi hijo a mis espaldas.

¿No que padre no es el que engendra si no el que cría?

Mierda, odio a todo el maldito mundo.

—Tú haz lo que quieras hacer, mi amor. Que no te importe lo que los demás te digan.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora