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Todavía recuerdo la primera vez que nos tomamos de la mano, esa sensación de no saber qué hacer pero de tener todas las ganas de no soltarte nunca.

Karol Sevilla.

—Amorcito mío. Ruggerito de mi vida.  —susurro sentándome en sus piernas. Ladea el rostro cuanto intento besarle.— No, mi amor. No te pongas así conmigo.

—¿Qué hablaste con ese tipo?

Su pregunta, y sobre todo su tono me hacen saber que el cabreo que lleva encima es poco para lo que siente, así que sin ganas de hacerle enojar más escondo mi rostro en su cuello dispuesta a esperar que su humor cambie.

Suspira, esto no le ha gustado nada y y lo sé perfectamente.

Manuel estuvo a punto de armar un escándalo en la fiesta de nuestro hijo y es esa la razón principal por la cual Ruggero no da más con el cabreo monumental que trae encima.

Lo entiendo, realmente lo entiendo.

Y si no era porque yo entraba a tiempo a la cocina, estos dos se mataban.

Ahora que la fiesta ha terminado y que todo el mundo recoge las cosas, tenemos la oportunidad de hablar lo suficiente alejados del resto.

Pero él no quiere nada más que silencio así que espero poder respetar eso.

Quiero decirle las razones por las que salí a hablar con Manuel y tardé casi dos horas.

Quiero que sepa que no es lo que se está imaginando. Hoy por hoy, él es la única persona que me interesa.

Siempre ha sido él.

Finalmente siento sus brazos cerrarse a mi alrededor. Sonrío alejándome un poco para mirarlo.

—Sabes que te quiero, tonto.

—Lo sé, tonta. —repite divertido antes de besar la punta de mi nariz.— Lo siento, perdí la compostura.

—No importa, solo quiero que sepas que hablamos sobre nuestra relación y de lo mal que terminamos después. —asiente.— Quedamos en un buen término, y después solo sentí que necesitaba un tiempo a solas así que estuve dando ventas fuera del local hasta que me sentí tranquila.

—Lamento si te sentiste obligada a decirme esto por mi pésimo humor.

—No lamentes nada, Ruggerito bonito. —me incorporo dejando muchos besos en sus labios.— Al único al que quiero está aquí frente a mí.

Sonríe, finalmente lo hace y yo celebro eso volviendo a besar sus labios.

Al diablo eso de dar un solo a la vez. Ahora mismo me apetece dar quinientos pasos agigantados hasta llegar al día de nuestra boda.

Melania dijo que nos casaríamos y tendríamos muchos hijos. Estoy esperando ese momento.

—¿Sabes una cosa? Liam se divirtió como nunca. —cambio de tema.— Está loco de la alegría. Y ahora solo quiere llegar a casa para abrir los regalos.

—Quédense a dormir conmigo. Aunque sea por hoy.

—Me gusta mucho la idea. —sonrío.— Pero de cualquier manera tenemos que pasar por mi departamento en busca de ropa limpia para mí.

—De acuerdo.

Asiento, y al ver que el protagonista de este día llega corriendo hacia nosotros, me pongo de pie. Es el momento de irnos.

Ruggero toma a Liam en brazos, entrelaza su mano con la mía y juntos caminamos hacia el auto.

Mamá sigue entretenida en una conversación con Antonella que solo ellas entienden. Pero me alegra que se lleven bien de cualquier manera.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora