Sé que soy valiente, pero estoy atrapada dentro. Tengo miedo de hablar, pero no sé por qué.
Karol Sevilla.
Terapias.
Jamás odie tanto esa palabra, ni siquiera hace cuatro años atrás. Ni siquiera en el momento más crítico para mí vida odié tanto esa palabra, ese proceso.
Desde que volví a casa, hacía tres semanas, no he podido tener tranquilidad. Las declaraciones, búsquedas, la captura del maldito imbécil y finalmente las terapias. Tanto mías como de mi pequeño.
Al menos tengo la dicha de decir que Liam lo está superando demasiado rápido. Y he de admitir que todo el crédito va para Ruggero.
Está haciendo cosas increíbles por el niño. Y la compañía de su padre lo hace más fácil para Liam.
Respecto a mí puedo decir solamente que el apoyo de mi familia y Ruggero ha sido esencial para superar esta etapa traumante. Pero lo que sin duda me ha ayudado a dar pasos agigantados es tener a mi novio conmigo en todo momento.
De hecho, para poder lograr que capturen al imbécil, me estuve quedando en su casa, con él. Era obvio que ese tipo volvería a buscarme.
Y tal como lo deduje, lo hizo. Y mientras entraba de incógnita a mi habitación a media noche, la policía lo capturó.
Revisaron el infierno que él tenía en ese maldito lugar, aparte de Jade, una chica de solo diecisiete años, encontraron a una princesa de siete añitos con vida. Las tres fuimos las únicas en salir con vida de muchísimas víctimas que ese desgraciado ha tenido.
Están juntando pruebas suficientes para condenarlo a pena de muerte, y deseo de todo corazón que sea así. Ese desgraciado se merece eso y más.
Termino con mis terapias, me hace bien salir y ver que Liam está ya afuera con Agustín.
Los días que Ruggero no puede venir, que son la mayoría pues Gael está teniendo muchas recaídas, Agustín o Maxi acompañan a Liam a sus terapias.
Claro que mi hijo está feliz por eso.
Le encanta saber que tiene dos tíos que lo quieren mucho.
—¿Cómo te fue hoy? —sonrío encogiéndome de hombros.— No quiero presionarte tampoco.
—No, tranquilo. No me presionas para nada. —aseguro.— Es solo que me duele un poco la cabeza, y estoy algo mareada.
—¿No será por lo que el amigo de tu novio dijo?
—¿Qué dijo Saak? ¿Cuándo lo dijo?
—Ayer en la cena a la que nos invitaron, dijo que estabas teniendo muchos síntomas de embarazo.
Sonrío aún más tensa, Liam detiene su caminata poniendo sus brazos en su cintura. Parece una señora chismosa.
Codeo a Agustín por haber hablado demás. Las cosas no son tan así. Bueno, un poquito si.
Pero solo un poquito.
Manuel y yo habíamos tenido nuestra primera vez juntos hace dos semanas y media, fue perfecto y todo. Pero hasta hace un par de días empecé a sentirme insoportablemente mal.
No puedo más con los dolores de cabeza y los mareos. Apenas ayer lo hablé con Manuel. Y desgraciadamente, Saak nos escuchó y lo divulgó en la cena.
No fue muy cómodo ver la expresión de desconsuelo total de Melania. Pero bueno. Es lo que hay y toca.
—No estoy embarazada, Liam. —le aclaro.
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Love Her
Romance¿Qué sientes cuando ves al amor de tu vida? Muchas veces me pregunté eso, y para saberlo, debía ver la historia desde tres puntos distintos. Jamás imaginé que uno de ellos dolería tanto. Y no iba a ser el mío precisamente.